Empezamos el año con por lo menos una persona ahorcada. Los panameños están en la ruta sin retorno del desprecio a la vida, y la desesperanza.
Parece que no encontramos el sitio adecuado para resolver nuestros problemas, muchos de los cuales siempre tienen una solución mucho menos grave que la muerte misma.
Le corresponde a la sociedad, a través de sus organizaciones civiles y gubernamentales, encontrar respuestas a tanta muerte voluntaria.
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