HISTORIAS
La luz

Redacción | DIAaDIA

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que caminaba una noche por las oscuras calles, llevando una lámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentró a un amigo.

El amigo lo miró y lo reconoció.

Se dio cuenta, que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dijo: ¿Qué haces Guno, tu ciego, con una lámpara en la mano? Si no ves.

Entonces, el ciego le respondió:

Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí... No sólo es importante la luz, que me sirve a mi, sino también la que yo uso para que otros puedan servirse de ella.

Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil... En ocasiones, en vez de alumbrar oscurecemos más el camino de los demás.

¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento.

¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos el camino de los demás!

Sin fijarnos si lo necesitan o no. Llevar luz, y no oscuridad.

Si toda la gente encendiera una luz el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad.

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