¡Feliz Año Nuevo!, estimados lectores. Mediante este entusiasta saludo les deseo que tengan un año próspero, lleno de muchas cosas buenas, en especial salud.

Pero voy a hacer un pequeño paréntesis ante tanta alegría por la llegada del nuevo año, para dar unas palabras de consuelo a quienes finalizando el 2010 no les fue de la mejor manera.

Muchos no entenderán lo escrito, pero conozco a varias personas que desgraciadamente tuvieron que pasar estas fechas con mucha tristeza, pues un ser querido se encuentra enfermo o en casos extremos, fallece.

No hay nada más triste que ver a un familiar o a alguien de gran estima sufrir.

Pero hay quienes preguntarán ¿cómo resignarse?, en realidad la respuesta no la sé, solo tengo conocimiento de un término antiguo que dice que el tiempo cura las heridas.

A Dios gracias, no he perdido a muchos familiares ni personas tan allegadas, pero mis fieles lectores conocen el caso de Rosita, una persona que a pesar de no ser sangre de mi sangre, formaba parte de nuestras vidas y cuya muerte todavía causa dolor, pese a haber transcurrido casi cuatro meses.

No todas las personas superan las pérdidas de la misma manera, es más, hay quienes no se resignan a hacerlo. Hay otros que reniegan ante Dios por lo ocurrido, pero al final si nos ponemos a pensar, ¿qué se gana con eso?, ¿regresará?, no verdad, más bien al final del camino el sentimiento será peor.

Considero que nadie puede entender el dolor de otro, pero sí apoyar a quien lo necesite.

Aprendan a valorar a sus seres amados, cuídenlos, abrácenlos, salgan con ellos, compartan, nadie sabe qué puede pasar más adelante.

Así que "mamá, te amo con todo mi corazón" ja, ja, ja, ja, aunque a veces se me olvide llamarte.

Pero si de verdad se apreció al ser perdido y se tiene la esperanza de volverlo a ver, es importante cambiar nuestra forma de proceder, tener los valores cívicos y morales en cada una de nuestras acciones para que el día de mañana, esa mamá, papá, tío, tía u otro familiar, nos diga con alegría "me enorgulleces".