De las pocas cosas que poseen, salen las grandes esperanzas de la familia Sánchez.
No se trata de una familia tradicional, sino de la formada por el incondicional amor de una abuela, que aun sin contar con recursos para mantenerse ella sola, decidió hacerse cargo de cinco nietos.
Aunque no vivía entre lujos, Elsa Sánchez era feliz junto a su esposo, en una humilde casa del Sector 11 de La Cabima.
Entre los dos aportaban al hogar; sin embargo, uno de sus hijos empezó a frecuentar malas amistades, terminando sumido en la drogadicción. Ante esta situación, Elsa permitió que sus nietos permanecieran en casa, pero luego de nacido el quinto hijo, la nuera de Elsa decidió abandonarlos, dejándolos bajo su responsabilidad. Tiempo después, el esposo de Elsa murió de un cáncer en el estómago, quedando totalmente sola.
ABUELA SINGULAR
Aunque ella se dedicaba a limpiar casas, lavar y planchar, a sus 60 años ya nadie quiere contratar a Elsa. Con cinco niños, las necesidades son muchas, y cuando la hora de comer llega y no hay nada que poner en el plato, Elsa deja a un lado su orgullo para salir a pedir.
Al preguntarle cómo hace para mantener a esos cinco niños, Elsa, con lágrimas y voz entrecortada, contesta: "pidiendo, ellos no saben lo que yo hago porque lo hago a escondidas, pero salgo a la calle a pedir comida los días que no tengo nada para darles". Y es así, como entre desconocidos y conocidos, Elsa logra llevar bolsas de arroz y porotos, y latas de comida para alimentarlos.
TRISTEZA
Elsa pide comida para poder mantener a sus nietos, "no me da pena decirlo, no puedo ver a mis nietos con hambre".
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