HISTORIAS
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Redacción | DIAaDIA

Camino a la iglesia, un joven estudiante fue sorprendido por la presencia de un mendigo. Sin embargo, como buen cristiano, el estudiante intentó consolar al pobre hombre diciéndole: !Qué Dios te dé un buen dí­a!

Ante esto el mendigo replicó: "Hasta el momento, nunca he tenido un mal dí­a".

Entonces, el niño le dijo: ¡Qué Dios te dé buena suerte!

"Hasta ahora, no he tenido mala suerte", respondió el mendigo.

Bueno -continuó el joven -!Qué Dios te dé la felicidad!

"No he sido infeliz hasta el momento", dijo el hombre.

El escolar entonces le preguntó al mendigo: ¿Me puedes explicar lo qué acabas de decirme? Y el mendigo contestó: "Con gusto".

-Tú me deseaste un buen dí­a, pero todaví­a no he tenido un dí­a malo, pues cuando tengo hambre o frí­o rezo al Padre Celestial. Tú deseaste, que Dios me dé buena suerte; sin embargo, hasta el momento, no he tenido mala suerte debido a que vivo con Dios y siempre supe que todo lo que Él hace por mí­ es siempre lo mejor. Cualquier cosa que Dios me dé, sea ésta agradable o desagradable, lo acepto con mucha alegrí­a. Esa es la razón por la que nunca he tenido mala suerte. Tú deseaste que Dios me haga feliz. Pero nunca he sido más feliz en mi vida que ahora, pues todo lo que deseo es seguir el plan que Dios tiene para mí­. He seguido el plan de Dios con toda la fidelidad posible que cualquier cosa, que Dios quiera para mí­, yo también lo quiero. Es por ello, que nunca he sido infeliz.

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