Este era el Cristo antes de la restauración. Data de finales del siglo XVII. (Foto: Melquíadez Vásquez / EPASA)
Melquíades Vásquez
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Alarmado está un grupo de creyentes del Milagroso Cristo Jesús Nazareno de Atalaya, luego de que la imagen que está en la Basílica Menor San Miguel Arcángel, fuera restaurada.
Y es que se conoció de manera extra oficial que, incluso, se organiza un comité para hacer los reclamos ante la curia veragüense, porque el color de la imagen, que antes era de tez morena, cambió a blanco.
El párroco de la basílica, Gilberto Hernández, dijo que era necesario que se restaurara la imagen del Santo Milagroso, porque se estaba deshaciendo en pedazos y que fue decisión del Obispo Oscar Mario Brown, jefe de la curia veragüense, que hicieran los trabajos de restauración con carácter de prioridad por lo frágil que estaba la imagen, antes de la romería en los próximos días.
Carmen Ramos de Gómez, Ismael Valdez y otras personas residentes en el distrito cabecera de Atalaya, por muchos años han estado cerca y pendientes del Cristo Milagroso Jesús Nazareno, y ellos afirman que la imagen no ha sido cambiada, sólo que se ve diferente porque se maquilló y se restauró, pero sigue siendo la misma.
El párroco Hernández afirmó que si alguien tiene alguna consulta sobre dónde y cuánto costaron los trabajos, la respuesta la tiene monseñor Oscar Mario Brown.
El templo que abriga al Milagroso Santo de Atalaya permaneció cerrado por dos días.
En tanto, otro grupo de fieles devotos de Jesús Nazareno dicen que no están molestos por el cambio de color del rostro y de la posición de las manos del cristo, pues reconocen que era justo y necesario restaurar la imagen que, además, es una obra que data desde la llegada de los primeros españoles al istmo panameño.
Se cree que el Cristo de Atalaya llegó a la región entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
Según creyentes del pueblo, al Cristo se le veneraba en una pequeña capilla, hecha de palmas (pencas) y de madera.
El Nazareno de Atalaya fue venerado por los feligreses que llegaban de diversos poblados, tal como ocurre hasta nuestros días, cuando cada primer Domingo de Cuaresma miles de fieles se congregan en su templo y sus alrededores para venerarlo.