Sumidos en el dolor
Los familiares no se reponen de la muerte de Antonio.

Georgina Damián | DIAaDIA

El dolor era evidente. Una gran angustia y desesperación por mantener vivo aquel ser que inocentemente les quitaron sintieron ayer los familiares del pequeño Antonio Pineda, de 5 años, cuando le dieron cristiana sepultura.

Eran aproximadamente las 11:00 de la mañana cuando se reunieron todos sus familiares, amigos y vecinos en la iglesia Cristo Redentor en San Miguelito, para participar de la misa que inició con un ambiente pesado. La tristeza abundaba, los rostros de los presentes no denotaban más que lágrimas. Su madre, Jaqueline Edith y su padre Francisco, lloraban desconsoladamente, sin aún asimilar que una bala les quitó a su pequeño. Lo curioso de todo es que muchos niños estaban allí presentes, todos esperando ver a Antonio para despedirse con besos y con cánticos. Este inocente niño murió el pasado 1 de enero, cuando en horas de la mañana una bala disparada por Franklin Castillo, de 23 años, quien llegó a la residencia del menor buscando a Francisco, no midió las consecuencias y acabó con la vida de Antonio al impactarlo en la espalda. Mientras Jaqueline, que espera la llegada de un bebé y es madre de otros niños, sufría la partida de su hijo Antonio, no podía hablar porque estaba sumida entre lágrimas, fue su esposo quien pidió justicia y dijo que deja las cosas en las manos de Dios. "Así como mataron a mi hijo, yo también los puedo matar a ellos, pero eso no es lo que quiero", dijo Francisco.

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