Los niños recién nacidos y los bebés menores de 5 meses no deben exponerse al sol; sólo hasta los tres años pueden hacerlo, pero con mucho cuidado.
Los mayores de esta edad pueden exponerse al sol, porque ya son productores de vitamina D, pero no a un bronceado intenso y, sobre todo, a quemaduras, pues deja la piel muy predispuesta a cáncer cuando crecen y su piel es mucho más frágil a modificaciones por la radiación solar. Los niños siempre deben usar filtros solares.