Vivía en una vereda lejos de la ciudad, mi casa era hecha de madera y muy pobre. Yo era una niña desobediente y no le prestaba atención a nada.

Tan solo tenía 5 años cuando empecé a tener sueños o pesadillas todas las noches, y hasta el día para mí se estaba convirtiendo en una tormenta; sentía que un espíritu malo se apoderaba de mí, cada día era más fuerte.

Cuando cumplí 7 años e iba a recibir la primera comunión, me enseñaron el Padre Nuestro y Ave María, pero falleció un tío y aplazaron la comunión.

Una noche, cuando estaba soñando, desperté y sentía que el demonio estaba en la habitación, mi casa era oscura porque no había llegado la luz eléctrica, era una vereda aislada. En uno de esos despertares le prometí a DIOS cambiar mi forma de ser, a cambio de quitarme esos sueños.

Pasaron muchos meses, yo cumplía con lo prometido; pero los sueños seguían y yo no me daba por vencida.

Hasta que un día no soñé, dormí de lo más tranquila, era algo que hace mucho tiempo no hacía. Así se fue transformando mi vida, todo fue cambiando, mi forma de ser se tornó diferente.

Hoy tengo 32 años y le doy gracias a DIOS por la vida que me da. Tengo una gran familia, un esposo y un hermoso niño.

Por cosa del destino, mi esposo tenía una enfermedad que casi lo lleva a la muerte, nunca se debe maldecir o repudiar lo que nos pasa. Le pedí salud para él.

El Señor cumple al pasar del tiempo, nunca pienses que lo que pidas se te conceda de inmediato, eso nunca pasará, hay que ser perseverante, con la fe se logra todo.