
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Un conductor que hace la diferencia.
Es muy alegre.
Su bus está decorado.
Cada día se pone una nueva meta.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Un conductor que hace la diferencia.
Es muy alegre.
Su bus está decorado.
Cada día se pone una nueva meta.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Un conductor que hace la diferencia.
Es muy alegre.
Su bus está decorado.
Cada día se pone una nueva meta.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Un conductor que hace la diferencia.
Es muy alegre.
Su bus está decorado.
Cada día se pone una nueva meta.
Para él es una gran profesión y se siente orgulloso de ella.
Un conductor que hace la diferencia.
Es muy alegre.
Su bus está decorado.
Cada día se pone una nueva meta.
Llueva, truene o relampaguee, Irving Dufau sale diariamente a trabajar en su “diablo rojo”, pues es quien sustenta su hogar.
Dufau es conductor de bus y todos los días tiene la dura tarea de transportar a miles de personas hacia sus trabajos.
Algunas veces tiene que aguantar las groserías de las personas, ya que por la mala fama que tienen (los “diablos rojos”), creen que todos los conductores son iguales. Pese a esto, presta el servicio sin importar las inclemencias del tiempo.
Lo más difícil de ser conductor de bus, según Irving, es que casi todo el tiempo tiene que aguantar hambre, pues no puede parar el bus por media hora siquiera para desayunar o almorzar.
No hay descanso en el día para los conductores de bus, pues las personas salen a todas horas y hay que prestar bien el servicio, agregó.
Para Irving, este es uno de los trabajos más sacrificados, porque tiene que pasar todo el día en la calle viajando de aquí para allá y de allá para acá.
Su mayor satisfacción es que está seguro de que el dinero que se hace manejando un bus, no se lo hará en ningún otro lado; por eso su sacrificio vale la pena.
Ya son más de seis años los que lleva conduciendo este transporte tan difícil, pero su afán por conseguir el dinero para su hogar no lo deja descansar.
Según Irving, como en todo trabajo hay temporadas malas, pero siempre busca la forma de hacer su cuenta.
A veces somos discriminados, porque algunos conductores son irresponsables en las calles, pero no todos somos iguales; es un trabajo que alguien tiene que hacer y las personas nos deberían respetar, explicó.
Destacó que el trabajo de conductor de bus es un poco sacrificado, pero hay que luchar siempre para conseguir el pan de cada día, y lo más importante, ayudar a los panameños a llegar a sus destinos.