HISTORIAS
¡Hazlo pequeño!

Redacción | DIAaDIA

En la plaza central del pueblo, debían quitar un gran roble que con el paso de los años se había convertido en un símbolo del lugar. El roble se había enfermado de un extraño virus, corría el riesgo de caerse y de contagiar a los árboles más cercanos.

Los leñadores llegaron una mañana con sierras automáticas y hachas. Los vecinos se reunieron en la plaza para presenciar su caída. Suponían que los hombres empezarían a cortarlo por el tronco principal, en un lugar lo más pegado a la tierra. Pero, en vez de esto, los hombres colocaron escaleras y comenzaron a podar las ramas más altas.

En ese orden de arriba hacia abajo, cortan desde las más pequeñas hasta las más grandes. Así, cuando terminaron con la copa del árbol, sólo quedaba el tronco central y, en poco tiempo, aquel roble yacía cuidadosamente cortado en el suelo.

El sol ahora cubría el centro del parque, su sombra ya no existía, era como si no hubiera tardado medio siglo en crecer, como si nunca hubiera estado allí. Los vecinos preguntaron por qué los hombres se habían tomado tanto tiempo y trabajo para derribarlo. El más experimentado leñador explicó: cortando el árbol cerca del suelo, antes de quitar las ramas, se vuelve incontrolable y en su caída, pueden quebrar los árboles más cercanos o producir otros destrozos. Es más fácil manejar un árbol, cuando más pequeño se le hace.

El inmenso árbol de la preocupación, que tantos años ha crecido en cada uno de nosotros, puede manejarse mejor si se le hace lo más pequeño posible.

Ciudad de Panamá 
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