
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Ella selecciona muy bien sus frutas.
El puesto es pequeño, pero lleno de sabor.
Vende plumas también.
Ricas mandarinas.
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Ella selecciona muy bien sus frutas.
El puesto es pequeño, pero lleno de sabor.
Vende plumas también.
Ricas mandarinas.
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Ella selecciona muy bien sus frutas.
El puesto es pequeño, pero lleno de sabor.
Vende plumas también.
Ricas mandarinas.
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Ella selecciona muy bien sus frutas.
El puesto es pequeño, pero lleno de sabor.
Vende plumas también.
Ricas mandarinas.
Holanda es muy querida por sus clientes.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Ella selecciona muy bien sus frutas.
El puesto es pequeño, pero lleno de sabor.
Vende plumas también.
Ricas mandarinas.
Ardua y bella labor. Son las 3:00 a.m. cuando la señora Holanda González se despierta en su casa ubicada en Villa Grecia, en Alcalde Díaz, para ir al Mercado de Abastos y buscar frescas frutas, y a eso de las 5:00 a.m. procede a vender en su negocio, ubicado afuera del Hospital Santo Tomás.
Experiencia
Desde la madrugada, con su muy peculiar sentido del humor, esta humilde mujer de 59 años vende exquisitas frutas, que son del agrado de los transeúntes y de los pacientes que salen del hospital para probar un poco de lo que ella vende.
Desde hace 10 años Holanda mantiene su pequeño puesto denominado “La Esquina” por la ubicación en la que está.
Como ella misma lo afirma, es una orgullosa madre de tres hijos, a los que les dio una educación forjada en valores, lo que los convirtió en grandes profesionales. Su rostro se ilumina cuando habla de sus grandes tesoros.
Sueña en grande
“Antes trabajaba en restaurantes, pero decidí independizarme”, aseveró Holanda, quien pese a que ha pasado el tiempo, no descarta la posibilidad de tener un espacio más grande para laborar.
Cambios
La vendedora afirma que se retira a eso de las 1:30 p.m. y que la labor es extenuante, pero que al final le gratifica ver el rostro de satisfacción de sus clientes cuando se llevan las frutas, que además de ser deliciosas son muy nutritivas.