Campamento que cambia vidas


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Vienen de las calles y salen en ocho meses siendo personas de bien, y muchos de ellos con un trabajo estable.

Fotos: HERMES GONZALEZ

  •  Campamento que cambia vidas

    Vienen de las calles y salen en ocho meses siendo personas de bien, y muchos de ellos con un trabajo estable.

    Fotos: HERMES GONZALEZ

  •  Campamento que cambia vidas

    “Soy el cocinero del campamento y trato de variar e improvisar todos los días la comida para que no se aburran”.

    Jose Quintero

  •  Campamento que cambia vidas

    “He sido bendecido por el pastor al permitirme entrar al campamento para cambiar mi vida. Gracias a esto he recuperado a mi familia”.

    Idelmo Lopez

  •  Campamento que cambia vidas

    “En los dos meses que llevo en este maravillo lugar, estoy viendo la mano de Dios. Solo a veces siento ansiedad de ver a mi familia”.

    Juan Carlos Bolivar

  •  Campamento que cambia vidas

    “Los líderes me han enseñado a encontrarme como persona, aquí todos son mis amigos. Me gusta el lugar”.

    Avimael Martinez

  •  Campamento que cambia vidas

    La venta de bloques es uno de sus sustentos.

  •  Campamento que cambia vidas

    Tienen dos horas para aclamar a Dios.

  •  Campamento que cambia vidas

    Las habitaciones están divididas en secciones.

  •  Campamento que cambia vidas

    Después de lo que se llevó el río, solo quedó esto.

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    “Soy el cocinero del campamento y trato de variar e improvisar todos los días la comida para que no se aburran”.

    Jose Quintero

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    “He sido bendecido por el pastor al permitirme entrar al campamento para cambiar mi vida. Gracias a esto he recuperado a mi familia”.

    Idelmo Lopez

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    “En los dos meses que llevo en este maravillo lugar, estoy viendo la mano de Dios. Solo a veces siento ansiedad de ver a mi familia”.

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    “Los líderes me han enseñado a encontrarme como persona, aquí todos son mis amigos. Me gusta el lugar”.

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Brenda Ducreux - DIAaDIA

En un apartado terreno con vista panorámica, sumergidos en la belleza de la naturaleza y cinco reconfortantes hamacas, DIAaDIA encontró a 40 personas del campamento de rehabilitación “Mano de Dios”, ubicado en Potrero Grande, en el distrito de La Chorrera.

Apartados del mundo y a una hora del centro de La Chorrera viven jóvenes y adultos entre las edades de 16 a 60 años. Ellos llegan al lugar voluntariamente con la esperanza de cambiar su vida y olvidar el oscuro abismo de las drogas y alcohol.

El viento soplaba al norte mientras se escuchaba la suave melodía de sus alabanzas, y siendo la 1:00 p.m. esperaban con ansias su almuerzo para disfrutarlo en familia.

Por experiencia propia, el pastor Severiano Aguirre decidió crear este campamento, en el cual les brinda ayuda a todas las personas que llegan a sus manos, pues tiene un programa enfatizado en el valor espiritual y el compartimento de ideas del uno al otro, mediante la ayuda mutua, ya que la mayoría de la personas que llegan al campamento necesitan ayuda psicológica.

El trato con jóvenes

Aquellos que llegan en busca de una ayuda encuentran en personas como Jorge Alvarado, director del campamento, un padre y un amigo, pues les da el amor y cariño que nunca pudieron tener por la falta de una familia.

Los fondos para subsistir

Entre las 40 personas que se encuentran en este campamento hay muchos con dotes de profesionales, entre ellos: albañiles, cocineros, plomeros, entre otros, y con la ayuda de algunos líderes sacan a flote el campamento.

Con esfuerzo y voluntad, construyeron lo que hoy en día es su hogar; una casa con seis divisiones donde viven cálidamente. Pero gracias a la donación de una entidad de una máquina de hacer bloques, venden a la comunidad y a las afueras estos productos para así poder darles alimentos y vestuarios a los demás rehabilitados.

Una decaída muy triste

Entre la luchas que han pasado este grupo de personas está la ocurrida el 25 de diciembre pasado, cuando el río cerca del campamento abrazó el terreno y con sus aguas furiosas provocó la pérdida de más de 1,000 plantones de plátano. Pero esto no desmoronó la idea principal de estar unidos como familia y sacar el campamento adelante, sino que les dio más fuerzas para seguir trabajando por el lugar.

El pequeño del campamento

Como todo lugar, siempre hay una historia que contar y Jimmy González, de 16 años, compartió con DIAaDIA cómo en su natal Chiriquí deambulaba por las calles, porque el alcohol y las ganas de robar lo ajeno lo controlaba todo el tiempo. Ahora él les da gracias a los líderes que se han convertido en su familia y le han enseñado el camino del bien.

Apoyo

Para aquellas personas que desean brindar su apoyo a este campamento pueden comunicarse con el pastor Severiano Aguirre al 6642-8837 y Jorge Alvarado al 6766-8718.

 
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