Jamás le ha temido al trabajo y su mayor preocupación es velar por el bienestar de lo que más ama en la tierra: su mamá. Daniel González tiene escasos 21 años y maneja con destreza y seguridad el negocio de ventas de artesanías de su madre.

Lleno de motivos le contó a Día a Día que se levanta minutos antes que salga el sol en Cerro Silvestre, Arraiján, y se dirige al Mercado de Artesanías, donde se preocupa por arreglar atractivamente todos los adornos que tiene a la venta para que a las ocho de la mañana los transeúntes puedan deleitarse con las bellezas que se crean en Chitré, de donde orgullosamente es oriundo.

Daniel explicó que hay muchos puestos en el Mercado de Artesanías, pero vale más "la presentación del puesto a la vista del comprador, un trato amable y casi desinteresado por lograr una venta".

Esas tres leyes hacen que el consumidor se sienta en confianza y con ganas de llevarse un pequeño "recuerdido de su pasadita" por la tierra de Chitré en plena ciudad de Panamá.

Pero no todo termina allí, Daniel se dedica a la confección de macrame, que es muy utilizado por las amas de casa para sostener sus potes decorados con hermosas plantas.

Luego de su trabajo, que culmina al finalizar la tarde, se dirige a la Universidad de Panamá, donde cursa el tercer año de Contabilidad para administrar mejor el negocio que dirige en la actualidad, ¿y por qué no?, dijo con tono picaresco: "montar otros negocios". En este humilde, pero acogedor puestito, se puede encontrar todo tipo de adornos con barro, como los conocidos platitos con diseños nacionales desde 5 dólares; casitas que guardan la verdadera esencia de la vida en el interior de la República entre los 5 y 35 dólares; también hay cualquier cantidad de potes decorativos sin pintar a tres dólares y a cuatro el barnizado. ¡Ah!, pero lo más importante es que Daniel elabora las macrames con sus propias manos, las cuales vende en todos los colores a sólo tres dólares.