Con una carretilla de madera. De esta manera empezó a ganarse la vida el raspadero Omar Beltrán, de 62 años, quien desde hace 35 se inició en el negocio tras construir su carretilla con unos viejos tablones y unos cuantos clavos.

Desde que comenzó a empujar su carretilla de raspado en 1974, supo que ese era el oficio que le permitiría educar a sus dos hijos y con el que llevaría el sustento diario a su hogar.

Así fue como recorrió las calles de la ciudad durante 10 años vendiendo sus deliciosos raspados, y en 1984, uno de sus hijos le regaló una carretilla de metal.

Con lo cara que se ha puesto la vida, sus ganancias no son tan jugosas como las de años atrás, por eso debe caminar varios kilómetros todos los días en busca de sedientos clientes.

Este longevo raspadero recuerda con nostalgia cuando el bloque de hielo costaba solo 0.50, la libra de azúcar 0.10 y los colorantes para hacer el delicioso raspado 10 centésimos.

A pesar de que ahora tiene que hacer un mayor esfuerzo para lograr ganancias aceptables todos los días no se queja, y gracias a Dios y a su esfuerzo logró que sus hijos se graduaran.

Aunque parece un trabajo fácil, no lo es, pues Omar tiene que levantarse de madrugada para preparar los siropes con los que prepara los raspados. Además, debe ir hasta la hielería a comprar el bloque de hielo.

A sus 62 años, este incansable trabajador sueña con retirarse muy pronto para irse a disfrutar a casa su vejez con su familia.

Él reconoce que ese sueño está difícil de hacerse realidad, porque como nunca cotizó en la Caja de Seguro Social (CSS) no cuenta con una pensión o jubilación que le permita retirarse a descansar.

Por eso, mientras tenga fuerzas, seguirá empujando su carretilla por las calles de la ciudad capital.

PRECIOS

Cuando empezó en el negocio, en 1974, vendía el raspado a 0.10, en la actualidad lo vende a 0.30.