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Recuerdos de la tragedia de Haití
La mamá de Duckins y Tatiana eran comerciantes en su país. (Foto: ARCHIVO. /EPASA)

Jesús Simmons | DIAaDIA

Les cambió la vida. La mañana del 12 de enero del 2010, transcurría tranquilamente en Haití, pero lo que no imaginaron sus habitantes era que entrada la tarde, un fuerte terremoto los llenaría de luto y dolor.

Eran las 5:30 p.m. cuando la tierra empezó a temblar, dentro de su casa, ubicada en la avenida Martin Luther King, Puerto Príncipe. Tatiana Willis, de 16 años en ese entonces, veía cómo su casa se le venía encima.

Minutos antes del temblor, ella estudiaba sobre la mesa del comedor, su madre Marie Amorce Jacques, de 52 años, no se encontraba en casa.

Confundida y sin saber lo que estaba ocurriendo, como pudo salió de debajo de los escombros de su casa. Al salir, lo primero que escuchó fue a una amiga que le pedía ayuda, fue en ese instante cuando entendió lo que había ocurrido.

En medio del polvo que cubría toda la ciudad, veía a la gente correr desesperadamente de un lado al otro. Lo primero que se le vino a la mente fue buscar su teléfono celular para llamar a su mamá.

Ella iba camino a la iglesia cuando empezó a temblar. Sin saber nada de su progenitora, no le quedó de otra que pasar la noche en la calle con unas amigas.

No fue hasta el siguiente día que su mamá apareció en la casa. Una vez estuvieron juntas, les tocó dormir cuatro días en la calle, específicamente afuera de la casa de su amiga Rita Luden, por temor a las réplicas.

Mientras la tragedia azotaba a Haití, en Panamá, Duckins Jacques, hijo mayor de Marie y hermano de Tatiana, se moría de la desesperación por saber si sus seres queridos se encontraban con vida.

Con el objetivo de encontrarlas, partió dos días después de ocurrido el terremoto con los 21 rescatistas panameños del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), Cuerpo de Bomberos de Panamá (CBP), tres médicos forenses del Ministerio Público y siete periodistas.

Al llegar a su país, empezó a colaborar como traductor y salió en la primera misión de rescate. Al tener un tiempo libre se fue hasta su casa y preguntó a sus amigos por su madre.

Allí le comunicaron que ella y su hermanita estaban en casa de Rita Luden, por lo que de inmediato se fue hacia allá. Fue a los cuatro días después del terremoto cuando Duckins se pudo reunir con su familia.

En ese mágico momento, todos se abrazaron y empezaron a llorar, pues Tatiana nunca pensó que su hermano haría de todo por encontrarlas.

A un año de aquella tragedia, Duckins y su familia viven en Panamá, con el recuerdo y la esperanza de algún día volver a su querido país.





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