Cierto día un célebre periodista consiguió una entrevista con Dios Padre. Lo primero que le llamó la atención fue lo joven que era el Creador.

Durante la conversación el periodista preguntó: "Señor. ¿a que seres humanos quieres más? Dios sonrió, y guiñando un ojo a su Hijo Jesús que estaba sentado justo a su derecha. Padre e Hijo se veían iguales. Dijo al periodista: "A ver si lo adivinas".

Me imagino que a las personas que entregan su vida al servicio de los demás. Como la Madre Teresa. O el Padre Kolbe, dijo el periodista. Si, si, los quiero mucho. Pero no son a quien quiero más, contestó Dios.

Ya sé, Señor. Las monjas y los sacerdotes. También, también los quiero, pero no son a quienes quiero más. A los niños inocentes. Los humildes que creen en Ti, insistió el periodista. Si los quiero, pero no son los que quiero más, subrayó Dios.

Pues ya no queda nadie. Señor, le dijo. Si quedan, respondió el Padre. Los que dicen que yo no existo, los que me insultan blasfemando contra mí, y viven contra mis mandamientos de amor.

¿Ateos? No puede ser. Señor, ¿estás de broma? No, no amo su ateismo. Los amo a ellos porque están ciegos y no me ven. Yo los cuido sin que se den cuenta. Si tú tuvieses un hijo ciego, ¿no lo ibas a querer? Ellos son mis hijos. Aunque sean ciegos.

¿Y que pasa Señor, si cree en Ti, pero maltrata a los demás? No se cree en Mi por rezar ante un altar, contestó Dios. Quien no ama a su hermano, no me ama a Mí.