El discurso

Redacción | DIAaDIA

"No hables sino es para decir algo que sea mejor que el silencio".

Jaimito Jaén

¿1 + 1 > 2? ¿Seguro? Si el sistema numérico utilizado sólo contara con dos valores: 0 y 1, el resultado sería cero. ¿Qué ese sistema no existe? Las computadoras llevan décadas usándolo arbitrariamente. ¿Y el color rojo existe? ¿Sí? Existe una franja de energía radiante que el sistema nervioso central interpreta como rojo; los daltónicos no pueden hacerlo. ¿O sea que las matemáticas son una arbitrariedad y el color rojo una interpretación? Sí, como casi todos los famosos discursos que guían nuestras vidas.

Pero ni lo arbitrario ni lo interpretativo le restan importancia a los discursos. Ellos son quienes articulan nuestro ser individual y social con el Universo. Él, el discurso, es una decisión comunicada y son ellas, las decisiones, quienes determinan las reglas del juego. Y el juego mayor es hallar sentido a la vida.

El problema radica en elaborar o repetir discursos que sean cualquier cosa, menos una decisión comunicada. La doble moral y la ignorancia, ya han convertido muchos discursos en demagogia y traición. ¿Quién no está harto de tanto charlatán?

La respuesta a esta última pregunta, me temo, nos lleva al siguiente problema. Como que no estamos harto de la charlatanería.

Cada día sale a la calle un nuevo mesías prometiendo felicidad adjunta a tal o cual pastillita o programa. O lo peor, cada día salimos a la calle creyendo que es absurdo que el resto de la humanidad no escuche y atienda nuestros discursos. Estos discursos son cualquier cosa, menos una decisión comunicada.

¿Cuáles serán las condiciones de una decisión comunicada? Bueno, supongo que su sesuda elaboración. La investigación y la experiencia que constaten el argumento comunicado. No pueden faltar la lógica y el sentido común. Eso es definitivo. ¿Bastarán estos ingredientes? Pues, no. La decisión comunicada debe ser entregada a otros que, de repente, no la comuniquen. ¡Qué lío! ¿Verdad?

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