La piñata siempre es el momento más esperado por los niños. (Foto: CORTESÍA. /EPASA)
Redacción
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Los carros doble tracción resbalaban por los caminos que llevarían hasta Buena Vista de Tulú a un grupo de entusiastas jugadores de voleibol. Su travesía hacia esa área de Penonomé, en la provincia de Coclé, tenía un solo propósito: regalar juguetes, alegría y amor a los niños de esa comunidad.
Por poco no lo logran, pues el camino y el mal tiempo se empeñaba en impedírselos, pero enviaron un mensaje a los niños invitados, que esperaban desde temprano, para que se trasladaran hasta El Palmar Arriba, una comunidad más cercana, donde se reunirían en el patio de la casa de doña Hilaria Gordón.
Fue entonces cuando comenzó la fiesta el pasado 8 de enero, ahora también con moradores de El Palmar Arriba. Más de 100 niños de unas 40 familias, junto con el grupo de amigos, participaron en divertidas actividades como carreras en saco, un partido de fútbol, pintacaritas, piñata, halar la soga, todas con la animación del payaso Colorín.
Los organizadores son profesionales de diversas ramas, que juegan voleibol y que desde hace años han cultivado una bonita amistad. La pareja formada por Jhessica Hung de Martínez y Mario Martínez, fue la promotora. Mientras tanto, la relacionista pública del Municipio de Penonomé y licenciada en Desarrollo Comunitario, Irasema Muñoz, hizo el contacto con los maestros de la escuela multigrados de Buena Vista para coordinar la actividad. Los docentes organizaron para el 8 de enero la entrega de boletines y así todos aprovecharon para disfrutar de la fiesta.
Los niños recibieron juguetes, ropa y hasta calzados, mientras que los padres se fueron a sus casas con canastas de comida.
Dice un dicho que la fe mueve montañas, pero la amistad también mueve e impulsa a la gente a realizar obras buenas. Esto lo sabe muy bien este grupo de amigos, que aportó su gota de solidaridad para agradecer a Dios por todo lo que han recibido en la vida.
Mientras tanto, la señora Hilaria, con la sala de su casa llena de regalos, dijo sentirse muy contenta porque no pensaba tener esa gran sorpresa y recibir a tanta gente. Eso sí, aprovechó para pedir a las autoridades que arreglen el camino a fin de que el transporte pueda llegar a sus comunidades.
Por su parte, María Tomasa Ceballos, con lágrimas en su rostro, dijo que eran los primeros regalos que recibían sus 3 hijos pequeños, porque su esposo, Abigail Núñez, está enfermo y no puede trabajar. Ella debe cuidar a los niños y a él, por lo que viven de lo que les dan sus cuñados; su casa está hecha de hojas de zinc y algunas tablas. Para Navidad no hubo nada que darles, ni juguetes ni comida.
Pero las historias no terminan. Una gran sorpresa se llevó el señor Aníbal Lorenzo, quien no iba a asistir a la actividad porque tiene la esposa embarazada y no quería dejarla sola; pero unos vecinos lo convencieron, y como su esposa Leonarda es la única embarazada en la comunidad, le obsequiaron una canastilla llena de artículos para su bebé; además, se ganó un cochecito, la canasta de comida y muchos regalos para sus 8 hijos.
El delegado de la Palabra, Pedro Figueroa, también agradeció a los visitantes la iniciativa de ir a compartir con la comunidad.
El 8 de enero de este año será inolvidable para los niños y niñas que participaron. Fue un día para compartir, para recibir y para saborear la felicidad de dar. Los pequeños y también sus padres se fueron con las manos llenas, mientras que el grupo de amigos salió fortalecido por el amor recibido de los niños de Tulú.