Sueños de superación
Felícito Rojas.

Denise Lara | DIAaDIA

Su pulcra forma de vestir y un curioso sombrero, le han dado el apodo de "Vaquero" a Felícito Rojas, que ha tenido que trabajar duro para lograr lo que ahora tiene. Con una familia de siete hijos, Felícito jamás ha parado de trabajar. Inicialmente como albañil, ahora con sus hijos grandes y criados, Vaquero ha podido dejar el pesado trabajo de la construcción para dedicarse a atender un puesto de venta de empanadas, chichas, chicheme, agua de pipa y hasta pastillas, en una esquina de Avenida Perú. Mientras que a las cuatro de la mañana, muchos de nosotros nos encontramos durmiendo, justo a esa hora empieza el día para "Vaquero", quien vive en Arraiján. Se arregla, prepara todo para el viaje hacia la ciudad. Cuando llega, prepara las chichas, limpia el puesto y vigila que todo esté listo para la venta. Entre clientes fijos, que a diario llegan a comprar su desayuno y transeúntes, Felícito recoge su dinero que le alcanza para pagarse todas sus cosas. Aunque todos sus hijos ya están grandes, Felícito no quiere depender de nadie. "A mí me gusta tener mis propias cosas, así no tengo quién me esté mandando ni nada, soy mi propio dueño", dijo.

Aseguró que nunca parará de trabajar, ya que estando en casa siempre encuentra algo que hacer. Para él, el principal incentivo de un hombre es querer algo mejor para sí y conseguirlo. Uno de sus sueños es lograr poner una tienda en su casa; de esta forma, evitaría estar viajando, pero mientras eso llega, lo seguiremos viendo todos los días en su puesto.

SACRIFICIO

A sus 49 años, "Vaquero" se siente satisfecho con lo que ha logrado. Su rutina de trabajo está dando sus frutos.

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