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HEURÍSTICO
Las fronteras

David Robinson | DIAaDIA

"¿Qué pasaría si de pronto dejamos de ser patriotas para ser humanos?
¿No sé... me pregunto yo, qué pasaría?"
Mario Benedetti

Las especies al aislarse se diferencian unas de otras. Para ello, los accidentes geográficos infranqueables, estilo cadenas montañosas o mares, son perfectos. Es la separación quien permite la diferenciación biológica y su consecuente riqueza en biodiversidad.

En nuestro caso, el de los llamados humanos, hemos inventado las fronteras. Y esas líneas imaginarias y arbitrarias no sólo existen entre los países; también las hay entre los idiomas, las clases sociales, las religiones, los géneros, los colores de piel o, incluso, las edades.

Ya conocemos el más pernicioso de sus resultados: Coto, Vietnam, Tlatelolco, Afganistán, Irak...la guerra, las guerras. Salvo ese bárbaro y conspicuo "detalle", qué suerte que existen las fronteras. Permiten en un inicio la diferenciación cultural y al final, dado que son porosas y franqueables, el enriquecimiento del total de la humanidad. Ese es el sentido de la globalización que nos conviene. La globalización de la cultura. No de la crisis.

Por fortuna, las fronteras se resisten a desaparecer, de lo contrario, bajo las actuales circunstancias, en muy poco tiempo todos terminaríamos comiendo hamburguesas, bebiendo "whisky" y saludándonos con un "hello". ¡Adiós al qué "sopá"!

¡Qué suerte que existen las fronteras! Sin ellas no tendría gracia viajar, conocer otros sabores, visitar nuevas ruinas, conversar con gentes diferentes a uno y escuchar otros acentos. Sin las fronteras, ni el Mundial de Fútbol ni las Olimpiadas tendrían razón de ser.

En estos momentos, debo estar lejos de mi hogar y deambulando por algún punto de Centroamérica. Debo estar intentando practicar algunos de los dialectos del español que abundan en esta región. Y sobre todo, debo estar comprendiendo qué significa ser de Panamá.





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