Arqueólogos israelíes descubrieron en Jerusalén un sello de unos 2.500 años de antigüedad que, según algunos expertos, confirma la teoría de que la Biblia se puede emplear como fuente de documentación histórica. En el sello aparece, en caracteres hebreos arcaicos, el nombre de la familia Témaj, que de acuerdo con el Libro de Nehemías figuró entre los exiliados que regresaron a Judea en el 537 antes de Cristo.