Hola Moza, prefiero no decirte mi nombre, porque muchos de mis amigos leen esta columna y descubrirían que soy yo, aunque sabes, me importa muy poco que se enteren.

Lo que te voy a decir no es grave, sino es una confesión que jamás le he dicho a nadie. Estoy locamente enamorado de una hermosa dama, que sus cabellos me vuelven loco, aunque su color sea sólo tinte.

Esa pelirroja tiene todas las cualidades de la mujer que me encanta y, cuando está a mi lado, quisiera besarla. Debo confesarte que sólo he probado una sola vez sus labios y, aunque ella crea que ese pequeño beso no significó nada, para mí fue tocar el cielo.

No sé qué le pasa conmigo, puedo sentir que se siente bien cuando conversamos y hasta me atrevería a decir que yo también le gusto, pero no sé por qué actúa así. No me canso de decir que es hermosa, huele riquísimo y es sumamente inteligente.

Creo que no me da una oportunidad, porque trabajamos en el mismo lugar y como eso es prohibido, tal vez sea una razón. Además, la gente es muy bocona en el lugar en que laboramos. Bueno Moza, quisiera saber qué puedo hacer para conquistar el corazón de esa chica, pues creo que es una mujer de muchos principios y muy difícil de conquistar.

LUCHA POR ELLA

Hola, me alegra mucho que me hayas escrito. Creo que eres un chico con muchas posibilidades, pues estás seguro de tus actos y es importante en la vida. Si dices que esa pelirroja te roba la calma, entonces lucha por conquistarla. A veces, uno mismo se pone obstáculos en la vida y por eso, no logra lo que quiere.

Si dices que entre ustedes hay mucha comunicación y que se llevan muy bien, es porque así debe ser, pero debes definir ese sentimiento, amor o amistad.

Si descubres que entre ella y tú sólo puede haber amistad, entonces lucha por conservarla, pues ese sentimiento es a veces más importante que el amor. No te dejes llevar por lo que la gente dice, porque en la vida ellos son los que menos aportarán para que tú seas feliz. Quisiera poder decirte que esa chica pronto será tu novia, pero es algo que no sé, pues no soy adivina, sino consejera sentimental. ¡Suerte!