Edwin Aguilar (derecha) marcó el primer gol de Panamá. (Foto: Agustín Herrera. /EPASA)
Gabriela Herrera
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Panamá dio su mejor versión en este torneo ante El Salvador.
La selección de fútbol de Panamá parece sufrir de un síndrome de doble personalidad: con los titulares no juega a nada pero, con los suplentes sobre el campo, el rendimiento mejora.
Y es que anoche Panamá le ganó a El Salvador 2-0, lo que le valió el primer lugar del Grupo A de la Copa Centroamericana, sin embargo, el premio de esta roja bipolar es enfrentarse en semifinales ante Costa Rica... y su nuevo técnico: Ricardo La Volpe.
Panamá salió al campo con Kevin Melgar en reemplazo de Jaime Penedo. Tampoco jugaron Ricardo Buitrago, Eivir Bonagas, Roberto Brown y Erick Davis, titulares en los dos partidos anteriores.
Las anotaciones de Panamá fueron de Edwin Aguilar, en el primer tiempo (minuto 24), el segundo lo marcó Armando Cooper (minuto 78) en el complemento y, en ambos casos, Luis Rentaría dio las asistencias.
Los trastornos de la selección tienen dos extremos muy marcados. En el primer tiempo, los suplentes ofrecieron un rendimiento y volumen de juego que no pudieron mostrar los titulares.
Y es que en ese primer tiempo, los salvadoreños se veían perdidos sin poder superar el mediocampo del equipo local que se atrevió a tratar con cariño y amor al balón, una faceta muy distinta al clásico pelotazo.
Pero en el complemento, el juego fue más físico y Panamá cedió terreno a la ofensiva cuscatleca, renunciando a la posesión del balón para apostar por el contragolpe, que vio sus frutos con el gol de Cooper.
Lo cierto es que ganarle a El Salvador es una pequeña revancha por lo que ocurrió en la eliminatorias, sin embargo, si Panamá quiere ganar la Copa, tendrá que mejorar y mantener un alto vuelo en su juego.