Durante todo el día, la señora Teresa está acostada o sentada; su hija le da terapias para sus movimientos. Ella está todo el día con ella. (Foto: ARNOLDO ZEBALLOS. /EPASA)
Viola Guevara Gallimore
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Una enfermedad que sufre toda la familia. Solo la frase "te voy a pegar", como cuando regañaba de pequeña, es lo que le dice la señora Teresa Isabel García a su hija Isabel Teresa, como respuesta para todo.
Al verla jugar en su boca, con el agua que su hija le daba después de cada cucharada de comida, se pudo ver que su comportamiento es como el de un niño chiquito. Así es como la señora Teresa manifiesta su padecimiento de Alzheimer, que ya está en una etapa avanzada.
Pero no solo la señora Teresa es la que sufre, sino su hija también, ya que en el 2006, cuando su madre no la reconoció, fue muy doloroso para ella. Y es que, según Isabel, el momento más crítico fue al principio de la enfermedad cuando "se tornaba agresiva".
Isabel no podía creer cómo una señora tan activa y amable se había convertido en una persona "peleona, que hasta a la Corregiduría llevó a sus hijos". Al ver que no era normal su comportamiento, fue cuando un psiquiatra le diagnosticó el padecimiento. "Se escapaba, había que atajarla y la agresividad aumentaba; me ponía triste", este era el diario vivir de Isabel, a tal punto que cayó en una depresión que fue salvada por las misas de sanación del padre David Cosca.
Isabel le daba de comer a su madre y a los cinco minutos la señora estaba comiendo de la paila, porque, según ella, "no había comido en todo el día".
Al documentarse cada vez más y gracias a las enfermeras de la Policlínica J.J. Vallarino, quienes van a su casa a atenderla, Isabel ha sabido sobrellevar el problema; hoy su madre ya no pelea, está inconsciente, solo dice frases sin sentido y las repite, y ya ni siquiera toma medicamentos.
¿Y LOS ESPECIALISTAS?
Según Carlos Saavedra, subdirector médico del Instituto de Salud Mental (INSAM), el Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo, irreversible (tipo de demencia senil), que no solo afecta al paciente, sino que a quienes lo cuidan, puede producir un síndrome de "burn out" (síndrome de desgaste).
Una depresión, ansiedad y hasta frustración (al punto de lastimar al enfermo) son algunas de las reacciones que puede tener un familiar ante el padecimiento del adulto mayor.
Saavedra dijo que la enfermedad se manifiesta en su mayoría a partir de los 65 años y produce pérdida de la memoria a corto plazo, de la memoria de ejecución, razón por la cual "se les olvida hasta cuándo comieron".