
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Indecio tiene su familia, pero prefiere vivir con sus amigos debajo del puente de Albrook.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Las áreas donde viven siempre están sucias.
Los puentes son los lugares que más ocupan los indigentes.
En el día recorren las calles buscando latas.
Tienen ropas y pertenencias en sus casas.
Sus casas siempre están llenas de basura.
Algunos son curiosos a la hora de arreglar sus cubículos.
Esta es la casa de Víctor.
Todo lo que recogen lo llevan para sus casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Indecio tiene su familia, pero prefiere vivir con sus amigos debajo del puente de Albrook.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Las áreas donde viven siempre están sucias.
Los puentes son los lugares que más ocupan los indigentes.
En el día recorren las calles buscando latas.
Tienen ropas y pertenencias en sus casas.
Sus casas siempre están llenas de basura.
Algunos son curiosos a la hora de arreglar sus cubículos.
Esta es la casa de Víctor.
Todo lo que recogen lo llevan para sus casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Indecio tiene su familia, pero prefiere vivir con sus amigos debajo del puente de Albrook.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Las áreas donde viven siempre están sucias.
Los puentes son los lugares que más ocupan los indigentes.
En el día recorren las calles buscando latas.
Tienen ropas y pertenencias en sus casas.
Sus casas siempre están llenas de basura.
Algunos son curiosos a la hora de arreglar sus cubículos.
Esta es la casa de Víctor.
Todo lo que recogen lo llevan para sus casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Indecio tiene su familia, pero prefiere vivir con sus amigos debajo del puente de Albrook.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Las áreas donde viven siempre están sucias.
Los puentes son los lugares que más ocupan los indigentes.
En el día recorren las calles buscando latas.
Tienen ropas y pertenencias en sus casas.
Sus casas siempre están llenas de basura.
Algunos son curiosos a la hora de arreglar sus cubículos.
Esta es la casa de Víctor.
Todo lo que recogen lo llevan para sus casas.
Cualquier cosa sirve para hacer las casas.
Indecio tiene su familia, pero prefiere vivir con sus amigos debajo del puente de Albrook.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Las áreas donde viven siempre están sucias.
Los puentes son los lugares que más ocupan los indigentes.
En el día recorren las calles buscando latas.
Tienen ropas y pertenencias en sus casas.
Sus casas siempre están llenas de basura.
Algunos son curiosos a la hora de arreglar sus cubículos.
Esta es la casa de Víctor.
Todo lo que recogen lo llevan para sus casas.
Los piedreros y sus casitas. Es común ver en las calles de la ciudad capital indigentes vagando y cargando toda clase de hierros, alambres y latas que venden para costear sus vicios. Pero entrada la noche, estos piedreros duermen en improvisados sitios que consideran su hogar, otros se acomodan debajo de los pasos vehiculares.
Uno de esos indigentes es Indecio López, de 43 años, un indígena guna, quien emigró de su natal Guna Yala, hacia la ciudad capital en busca de fama y fortuna.
Sus sueños de una mejor calidad de vida se esfumaron cuando empezó a consumir drogas, su adicción lo alejó de su familia y lo llevó a vivir en las calles.
Desde su llegada a la capital, han pasado once años, mismo tiempo que lleva viviendo debajo del paso vehicular que da acceso a la Gran Terminal Nacional de Transporte de Albrook, donde vive en compañía de cuatro gunas y un latino.
En el lugar no hay comodidades ni lujos, pero para Indecio y sus amigos, sus cartones son su tesoro más preciado, ya que son los que separan sus cuerpos del piso.
A pesar de estar sumido en el mundo de las drogas, López cuida de su aseo personal, porque se baña todos los días. El agua la busca en una estación de gasolina que está dentro de la Terminal.
Hasta su ropa la lava en una quebrada que está ubicada en Curundú y cuando tiene algo de dinero la lleva a la lavandería. Además, compra comida que cocina debajo del puente, que por más de una década ha sido su hogar. Pero cuando no tiene dinero, sin pena ni gloria se mete de cabeza en los tanques de basura en busca de algo para comer.
Confesó que una vez, una de sus hermanas lo fue a buscar, y aunque quiere cambiar la vida que lleva, la piedra es más fuerte que ese sentimiento.
Tablita a tablita
Justo al frente de la casa de Indecio, en el otro extremo del puente, hay una casita construida con retazos de madera, cortinas y cuanto chéchere se pueda imaginar.
El equipo de DIAaDIA se asomó dentro del pequeño espacio, pero sus ocupantes no se encontraban en casa. Allí solo había un sucio colchón y un montón de basura.
Juan Alberto Lemos, un chichero que se aposta a la salida del puente, explicó que en el sitio vive una pareja de esposos. Agregó que a la señora se la llevó una de sus hijas, porque estaba muy enferma, por lo que su pareja se quedó sola.
“Empezaron con unas tablitas, después trajeron un colchón, hasta que convirtieron el lugar en un basurero”, dijo el trabajador informal, quien tiene tres años vendiendo sus productos en ese sitio.
Según Lemos, el hombre se pasa todo el día en el Mercado de Abastos, pero en horas de la noche llega al puente a dormir.
Un Monumento
Otra de las casas que llama la atención de las personas es la del indigente Víctor Roberto Rodríguez Perea, quien se ha convertido en todo un personaje en el sector de Cabo Verde.
A lo que él llama su casa, está ubicada sobre la acera de la avenida Simón Bolívar (Transístmica) diagonal a los edificios de Cabo Verde, a pocos metros del Hospital Santa Fe.
Cuando habla se nota que Rodríguez no está bien de la cabeza, porque alega que los norteamericanos tienen todos sus documentos y dice que su casa es un monumento. Por su aspecto y su construcción hecha en forma alargada dista mucho de ser una vivienda, pero allí es donde se mete y pasa todas las noches.
Aseguró que tiene más de 10 años de estar trabajando en la construcción de su vivienda, a la que le ha puesto tierra encima donde sembró una grama.
Al paso que va, pronto cubrirá varios metros de la acera, pues cada día que pasa le agrega algo nuevo a la estructura. Allí hay retratos de políticos, pedazos de madera, vidrios y alambres.
Hay por todos lados
Solo basta recorrer los barrios populares para encontrar las casas de los piedreros, las hay más curiosas que otras, como la que está ubicada en el barrio de San Miguel, específicamente frente al Centro de Salud de Curundú.
El piedrero que vive en este espacio no se encontraba, pero sus cosas estaban acomodadas y el área limpia, lo que demuestra que a pesar de estar viviendo en la calle, se preocupa por su casita.
La cama estaba arreglada y justo al lado del pequeño cubículo, había un mueble de cocina, una puerta de madera y una caja de refrescos vacía.
Increíblemente en el piso no había un solo papel, pero las paredes estaban negras del carbón que dejan los cables cuando son quemados para sacarle el cobre.
Sábanas, sillones, colchones, relojes son alguna de las cosas que los indigentes colocan en sus casas. Durante el día, la mayoría de estos lugares están vacíos, ya que ellos llegan en las noches a dormir.