Se están muriendo de hambre. El destino pareciera haberse ensañado contra el pueblo haitiano, que después de haber sido arrasado por fuerte terremoto de 7.3 en la escala de Richter el 12 de enero, aún la ayuda internacional no ha llegado a sus manos.

Un claro ejemplo de esta desolación y hambruna es la comunidad de Christ-roi en Puerto Príncipe, camino a Petion-villege, en donde un aproximado de 500 personas están viviendo en improvisadas carpas y chatarras, para protegerse del ardiente sol y del inclemente frío que los azota por las noches.

Por la desesperación de haberlo perdido todo en el fuerte sismo, Jacques Fontilus ruega por un poco de comida, porque tiene mucha hambre y no tiene dinero para comprar la que están vendiendo en unas bodegas a precios muy altos.

Lo único que desea este hombre es que la ayuda internacional que han enviado a su país, llegue pronto a su comunidad antes de que todos mueran de hambre.

Un recorrido por las improvisadas carpas mostraba un espectáculo aterrador, en donde los que allí habitaban comían arroz pintado de un color amarillo, otros leían un libro y algunos se aferraban a la palabra de Dios, leyendo la Biblia, tal vez pensando en un mejor mañana.

Mientras la anhelada ayuda llega, seguirán sobreviviendo como lo han hecho hasta ahora, consiguiendo algo de comer donde sea y como sea.