El jefe de los rescatistas, Heriberto Chávez, no pudo ocultar las lágrimas a su regreso. (Foto: HERMES GONZÁLEZ, JESÚS SIMMONS y ROBERTO BARRIOS / EPASA)
Elizabeth Muñoz de Lao
| DIAaDIA
Aquellos hombres y mujeres, cuya dedicación les permitió salvar vidas y hacer coberturas noticiosas en las condiciones más peligrosas en Haití, llegaron ayer a Panamá. Algunos de ellos ni siquiera pudieron terminar una entrevista con este medio, porque su voz se quebraba al reencontrarse con su tierra y al recordar el dolor y la tragedia que dejaron atrás.
A Jesús Simmons, enviado especial de DIAaDIA, le impactó ver a niños, hombres y mujeres luchando por un vaso de agua o por algo de comida. Cuando los soldados, que trataban de poner orden, empujaban con sus varas a la muchedumbre sedienta y hambrienta, Simmons sólo pensaba en sus dos hijos y en su patria, y en que esa gente lo único que quería era comer. Pedía a Dios que nunca sucediera algo igual en Panamá. Los haitianos se preguntaban dónde estaban sus autoridades, su Presidente.
Los niños que perdieron sus manos, sus pies, o aquellos cuyas manos fracturadas eran envueltas con cinta adhesiva, son imágenes que no se borrarán de su memoria, señaló ayer.
Él temía tomar agua, porque cuando los niños lo veían, todos querían que les diera su botella. Los adultos querían lo mismo. Todos estaban en la calle, luchando por sobrevivir en medio del hedor a muerte, de partes de cuerpos y de cadáveres entre las estructuras colapsadas.
Esa misma sensación de Simmons la sentían los rescatistas, entre bomberos y miembros de Protección Civil. El jefe de la misión panameña, Heriberto Chávez, entregó la bandera nacional a Arturo Alvarado, jefe del SINAPROC. Explicó que fue una experiencia enriquecedora porque lograron salvar vidas y adquirir conocimientos con la ayuda de grupos de rescate de otros países. "Venimos un poco afectados, no queríamos terminar la misión, porque todavía quedan vidas allá por salvar", dijo, al tiempo que ponderó la labor de los periodistas y de Diamante, la perra que marcó a sobrevivientes que pudieron rescatar. Resaltó aquel momento en que la perra marcó que había vida debajo de un banco colapsado, pero pasaron 17 horas y las vidas que estaban ahí se habían ido. "Para mí fue bien doloroso suspender la labor, yo sé que mis perros estaban seguros, pero lastimosamente en la última revisión que hicimos ya no había vida. Para mí fue algo muy doloroso, pero fue una satisfacción darle apoyo moral a la familia".
Tras salir del aeropuerto, rescatistas y periodistas fueron llevados a SINAPROC para ser evaluados y recibir atención médica y psicológica. Luego, en la tarde, fueron homenajeados en la Presidencia de la República.
Arturo Alvarado informó que el próximo martes sale una delegación de diez médicos panameños, entre traumatólogos y anestesiólogos, para atender a los heridos, aunque todo depende de la seguridad en ese país.