
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos, en cualquier órgano donde haya venas con válvulas que fallan.
¿Quisiera conocer por qué tengo várices?
Las varices se forman por un mal funcionamiento de las válvulas de las venas, que ayudan a que la sangre siga su camino hacia el corazón. Pueden existir várices en el esófago, piernas, incluso brazos; en cualquier órgano que tenga venas con válvulas que fallan (várices esofágicas, hemorroides o en “trdtículo”, varicocele).
Las várices son más visibles en las piernas. Las personas que sufren de várices en las piernas sienten dolor en las mismas y sensación de “piernas pesadas”. Al permanecer un periodo de tiempo prolongado sentado o de pie, sin realizar una actividad física, se produce una sensación de quemazón y constante hormigueo en las piernas y calambres o escozor en las zonas afectadas. Una de cada diez personas padece de estas várices, siendo más frecuentes en las mujeres, sobre todo por efecto de los embarazos y las hormonas. Además de ser molestas, antiestéticas y, en muchos casos, dolorosas, las várices indican la presencia de una lesión vascular que puede evolucionar a una patología vascular leve o grave. Estructuralmente, una várice expresa una dilatación patológica del sistema venoso superficial que indica problemas en el sistema circulatorio, una insuficiencia venosa.
Una vena varicosa permite que la sangre quede estancada en el vaso con la consiguiente dilatación. Es por ello por lo que la Medicina ha buscado métodos para mejorar la circulación venosa, disminuir los efectos indeseables para la salud y en los casos que no responden al tratamiento farmacológico técnicas invasivas, que van desde la esclerosis y láser -en el caso de las várices menores- hasta la cirugía -en el de las más grandes. En Panamá existen especialistas en este tema tanto a nivel público como privado. El objetivo de todos estos tratamientos es evitar la progresión del estancamiento sanguíneo en los vasos alterados, favoreciendo el drenaje venoso normal y la adecuada oxigenación de los tejidos, tratando de reducir el riesgo de sus complicaciones (tromboflebitis). Para ello, existen fármacos antivaricosos-flebotónicos que alivian las molestias e incluso pueden prevenir el progreso de la enfermedad. Sin embargo, estos fármacos son efectivos si se ingieren por periodos largos y regulares, y especialmente en las dosis adecuadas.
Con el objetivo de evitar la formación de várices, especialmente en personas que tienen predisposición heredofamiliar, se recomienda evitar el uso de calzado con tacones altos o demasiado plano, o ropa muy ajustada; realizar duchas calientes en las piernas (a 38ºC), seguidas de duchas frías, alternando unos minutos de calor con otros de frío; masajes, con las piernas en alto, desde el tobillo hasta la rodilla. Evitar una permanencia prolongada de pie sin moverse o estar sentado durante mucho tiempo con las piernas cruzadas o los ambientes con altas temperaturas. Hacer breves caminatas. Elevar las piernas al mediodía durante media hora, aproximadamente. Practicar ejercicio físico.
Se sugiere una dieta con abundante agua pura, jugos, zumos, licuados, sopas, caldos; por lo menos 2 litros de agua al día; el consumo regular de alimentos ricos en potasio (plátanos, tomate, papas, espinacas, espárragos y uvas), pescados azules, aceites de girasol, maíz o soya, cebollas, ajos, cítricos, zanahorias, cereales, frutas frescas y secas, salvado de trigo y alimentos integrales.