
La Integración Sensorial es la función que cumple el Sistema Nervioso al procesar todo lo que captan nuestros órganos sensoriales.
En cada uno de los pequeños actos que realizamos a diario, existe una perfecta coordinación entre la información que entra en el Sistema Nervioso a través de los sentidos, y la que sale, en forma de nuestro comportamiento y nuestra actitud ante todo lo que nos rodea.
En los niños la disfunción en la integración sensorial se hace muchas veces evidente desde edades tempranas y compromete su futuro éxito escolar, su manera de relacionarse y su autoestima.
Son niños sanos, algunos con inteligencias superiores a la media, pero con comportamientos que sobresalen del grueso de los niños de su misma edad. Pueden mostrar una gran falta de control emocional, con reacciones exageradas y miedos a cosas habituales e inofensivas o a cualquier cambio en su rutina diaria. Tienen dificultad para prestar atención en clase y parecen no entender lo que se les dice. A menudo se les riñe y llama la atención, por lo que caen en estados de ansiedad y frustración. Como resultado, estos pequeños se vuelven apáticos o hiperactivos y agresivos, y pierden interés en las clases.
Diversos estados
Cómo responde un niño ante el tacto puede darnos información sobre el estado de su integración sensorial. Mientras unos rechazan el contacto físico, tros niños buscan más estimulación táctil de la que normalmente reciben, les gusta revolcarse por el suelo, luchar con fuerza y parecen no sentir dolor ante los golpes.
Cuatro especialistas
El abordaje debe ser principalmente por cuatro especialistas , el terapeuta ocupacional que ayudara a la integración de los sentidos; el maestro, que regulará las adaptaciones en el salón y el curriculum; el fonoaudiólogo que integrará las habilidades motoras orales y déficit fonológicos y fonéticos; y el psicopedagogo que abordara las estrategias para aprender.