"Cuando conduzco el auto, me molesta que quien está junto a mi me diga qué camino tomar, que me detenga o... ¡cuidado! Yo soy el conductor. Yo sé por qué hago lo que hago. Y el conductor es el único que lo sabe. Nunca hago caso de quien quiere decirme cómo manejar, porque por eso pasan accidentes".
Esto escuché que le respondía un hombre a su amiga, cuando ésta le dijo que su hija conducía un carro y le pidió que acelerara para evitar un trailer. Su hija le hizo caso, pero no alcanzó a pasarlo. El trailer se llevó el auto. Afortunadamente, viven para contarlo.
Como un rayo, comparé las similitudes que tiene este ejemplo con nuestra vida.
Nuestro carro se llama "Vida" y el Ser Supremo ha sido lo suficientemente generoso, como para darnos a cada quien un "carro" propio.
Todos somos los conductores de nuestra propia vida. Desafortunadamente, muchos no asumen esa responsabilidad.
Son conductores miedosos, que les gusta preguntar a cuanto tripulante tienen, ¿qué deben hacer?
Y como resultado, tienen accidentes o no están satisfechos con su vida. ¿Por qué siguen escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfechos con los resultados? Simple. Es más fácil culpar a otros de sus fracasos, que ser responsables de sus decisiones.
Experimenta la emoción de conducir el carro de tu vida. Disfrútalo a tu ritmo, a tu manera... ¡y condúcelo hasta las estrellas!
|