Las decepciones amorosas son algo que aunque algunos consideren pasajero y sin importancia es algo difícil y duro de superar para quien amó de verdad y cuyos sentimientos fueron lastimados por aquel que juró amor eterno y dijo un sinfín de palabras que al final resultaron ser eso, meras palabras, que tenía de realidad lo que yo tengo de arquitecta y que en un abrir y cerrar de ojos se las llevó el viento.
Aquellos que han pasado por eso saben que puede llegar a ser un calvario, si se sigue aferrado a algo que nunca fue suyo y que no vale la pena.
Pero como dice la letra de una muy conocida canción:
"Estoy en el proceso de olvidarte
sacarme de la piel tantos recuerdos
borrarme tus palabras tan llenas de mentiras y hacer que ya no duelan tus caricias.
La rabia va talando hasta mis huesos,
la ausencia hiere hondo mi razón, no puedo comprender lo que me has hecho, si nadie te ha querido como yo".
¡Wao!, suena triste, pero es la pura realidad. Las frases "lo llamo o no lo llamo", "voy a botar todos sus cosas", "como hago para sacármelo de la mente", todas las canciones te recuerdan a él
ella cualquiera que fuese el género, desde balada hasta "reggae", no pueden faltar. Y por supuesto, llorar hasta que sientas que la cabeza explota y que solo emites sonido, pues las lágrimas ya no salen; también leer las cartas y notas de amor antes de romperlas o, en el peor de los casos, quemarlas.
Hay quienes se emborrachan para no recordar pero, a la larga, es peor; hay quienes salen hasta más no poder; hay otros que se ahogan en trabajo, los que se encierran en su soledad y está el famoso "un clavo saca a otro clavo", pero tampoco es correcto. Todo en esta vida pasa y, así como llegó el sentimiento, también se va.
Llegará un día en el que se respire profundo, se sequen las lágrimas y se disponga a salir adelante. Esa herida sanará, se mirará al pasado y se reirá de las escenas tan deprimentes, que fueron hechas en momentos de desesperación.
Cada experiencia tiene una enseñanza y una lección. Queridos lectores, lo peor es privarse a la felicidad, no todos (a) son iguales, pero se debe ser más precavido (a) y aprender que, así como existen los buenos (a), también están los malos (a) y los cobardes.