No están a gusto. A pesar de que ya no viven sobre las aguas negras, algunos moradores que se encuentran en los albergues sienten que su vida no ha mejorado mucho.
El tamaño de los cuartos de los albergues es de lo que más se quejan los curundueños.
"En mi casa de madera que tenía antes, vivía muy bien", era lo que expresaban al equipo de DIAaDIA, que recorría el lugar donde la música estridente que salía de algunos de los cuartos y la basura tirada por todos lados dejaban ver que los curundueños no han dejado las malas prácticas que tenían en el viejo Curundú.
Otros de los reclamos radica en que, supuestamente les darían empleo a los del barrio, sin embargo, sienten que esa promesa no es tan cierta.