
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZLEZ
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZLEZ
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZLEZ
El vicio de la droga llamada “piedra” les destruye sus sentidos.
Algunos viven de recoger basura.
Algunas personas les dan comida para ayudarlos.
Su condición no los deja identificar cuándo es de día y cuándo de noche.
Muchos tienen familias, pero el vicio los aleja de ellos.
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZÁLEZ
El vicio de la droga llamada “piedra” les destruye sus sentidos.
Algunos viven de recoger basura.
Algunas personas les dan comida para ayudarlos.
Su condición no los deja identificar cuándo es de día y cuándo de noche.
Muchos tienen familias, pero el vicio los aleja de ellos.
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZÁLEZ
El vicio de la droga llamada “piedra” les destruye sus sentidos.
Algunos viven de recoger basura.
Algunas personas les dan comida para ayudarlos.
Su condición no los deja identificar cuándo es de día y cuándo de noche.
Muchos tienen familias, pero el vicio los aleja de ellos.
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZÁLEZ
El vicio de la droga llamada “piedra” les destruye sus sentidos.
Algunos viven de recoger basura.
Algunas personas les dan comida para ayudarlos.
Su condición no los deja identificar cuándo es de día y cuándo de noche.
Muchos tienen familias, pero el vicio los aleja de ellos.
Duermen en medio de la basura que ellos mismos recogen
Foto: ROBERTO BARRIOS/ HERMES GONZÁLEZ
El vicio de la droga llamada “piedra” les destruye sus sentidos.
Algunos viven de recoger basura.
Algunas personas les dan comida para ayudarlos.
Su condición no los deja identificar cuándo es de día y cuándo de noche.
Muchos tienen familias, pero el vicio los aleja de ellos.
En San Miguel, Calidonia, se abordó a uno de ellos, quien tranquilamente y demostrando que vive en un mundo totalmente alejado de la realidad, dijo que ni siquiera sabía su nombre, pero aseguró: “vine huyendo de Japón, porque allá los chinos me envenenaron el agua del río azul y no quería morir envenenado”.
Este hombre que llevaba un saco al hombro, donde tenía desde hierro hasta pedazos de plástico, al preguntarle qué hacía con las cosas que recogía de la calle, dijo que “todo lo compro para llevarlo a mi fábrica de embalaje, porque allí derrito el hierro y hago tornillos. Los plásticos los utilizo para hacer bolsas para llevar mercancía pesada de un lugar a otro”.
Al tratar de saber si tenía familia, el hombre dijo que no sabía si los chinos le habían matado a toda su familia y que él había luchado para convertirse en el hombre millonario que era ahora.
Las causas
Para tratar de entender el comportamiento de estas personas, se buscó la opinión del psiquiatra Algis Torres, quien clasificó a estas personas en tres grupos: el primero es el que vive de la basura, es decir, el que recoge desperdicios para poder vivir; en el segundo grupo están los que tienen algún tipo de problemas psiquiátricos y en el tercer grupo están quienes consumen fármacos o alcohol, siendo estos últimos los que más proliferan en las calles de Panamá.
Según Torres, las personas que abusan de las drogas o el alcohol llegan a un punto donde la depresión los absorbe y consumiendo estas sustancias encuentran por un momento la alegría que les hace falta.
Para Algis Torres, este problema cada día va aumentando y, aunque en el distrito de San Miguelito hay un programa que compra medicamentos para los indigentes, todavía falta mucho que hacer, porque la sociedad los aparta y cada día este grupo de personas aumenta en las calles, sobre todo en la ciudad capital.