El hombre pone corona en la mujer que ultraja corona de dolores la esculpe y con ella se violenta la tiene arrinconada con una piedra sobre su corazón dispone que es la toalla de uso más a mano dentífrico, incensario, vela votiva, altar para sus pies.
Ella, papel secante, él número infinito para el vía crucis número no me acuerdo de todas las mujeres y de aquella que del cuarto de hotel salió gritando o casi hasta agobiar la madrugada.
El hombre sin delito, intelectual, preclaro de absurda claridad el hombre que escribe -ríome- perdona, cosas bellas, bien lavadas, pulcras el impredecible o predecible más bien, humanoide, aberrante y lunático, desleal y mentiroso atorrante y fantoche, fantasioso y pequeño
¿A dónde irá cuando la vida no sea vivir bajo la máscara y en el buró prestado vacar el as debajo de la manga ganar con trampas la partida hombre sin rango cargado ya de olvido, solitario simple lugar común?
Del polvo no bebido y olvidado el hombre, cuervo y solo, ¿a dónde irá?
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