Le gusta vivir del sudor de su frente. Por eso, Leonardo Robledo, de 58 años, optó en el año 1996 por colocar una mesa de venta de pastillas, cigarrillos y otras buhonerías en las afueras del Banco Nacional de Panamá de San Miguelito.
Robledo es de las personas que se sienten mal y se les baja la moral, cuando dependen de otra. Toda su vida le ha gustado ganarse lo suyo.
Laboró como albañil en Vacamonte, hasta que fue cesado y emprendió la tarea de abrirse paso en la economía informal. Actualmente, a pesar de unos que otros contratiempos, ha salido adelante con su familia, compuesta por sus 4 hijastros y su cónyuge, que viven en San Antonio 2, Calzada Larga.
Acepta que el trabajo es un poco cansón, pero es consciente de que no va a conseguir oro con su empleo y por su mente no pasa quedarse con los brazos cruzados. Inicia labores a primeras horas de la mañana y se retira a casa, aproximadamente, a las 7 de la noche, dependiendo del movimiento.
Mal que bien se hace entre 20 y 25 dólares con mucha humildad, que le sirven para que su familia coma los tres golpes y tengan todos una vida digna. Con este trabajo, ha logrado comprar el terreno, edificar su casa, tiene sus muebles, agua, luz y todo lo necesario para vivir tranquilo.
Su pensamiento se centra en seguir trabajando por el pan de cada día, para que su familia no pase páramos.
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