Una solitaria vida. En medio de un verde paraje en El Espino de San Carlos, se levanta una endeble choza compuesta de zinc y trozos de madera, que no mide más de tres metros cuadrados, y una puerta de tela, que cuando llueve se inunda totalmente, porque el techo de la "casa" está lleno de huecos.
Pero lo triste es que la habitación antes descrita, es la vivienda de Alejandro Hidalgo, un anciano de 76 años que no tiene familiares que vivan cerca de él, por lo que todos los días debe ingeniárselas para echarse algo al estómago.
AMIGOS
La única compañía de Alejo, como le dicen algunos de sus conocidos, son Fulo y Mariposa, sus dos perros, quienes siguen sus pasos, como si supieran que él los necesita.
PERTENENCIAS
Alejo no posee ningún mueble, sólo un colchón que le dio un amigo, su cocina está al aire libre y consiste en tres piedras que tiene en el patio. Pero cuando llueve la pasa mal, ya que no puede cocinar lo poco que consigue y tiene que acostarse con hambre.
Lo que pide no es mucho, pues se conforma con el cariño de sus perros y la caridad de algunos vecinos. Sólo desea que le ayuden con una casita y una estufa.
SE LAS INGENIA
Alejo se alimenta de lo que cosecha de las hortalizas y yuca en el terreno cerca de su casa.
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