"Todo tiene su final, nada dura para siempre". Esta canción de Héctor Lavoe apunta como anillo al dedo, a la situación que se vive en el viejo Mercado Público.
El edificio que por años albergó a cientos de vendedores, tanto de carnes como de legumbres y hasta fondas, entre otros, está hoy dando sus últimos latidos, porque pronto será demolido para dar paso a la modernización del área.
Sin embargo, muchos serán los afectados por la desaparición de este monumento histórico, como farmacias, La Bajada de Salsipuedes, buhoneros, billeteros y hasta los vendedores ambulantes.
SALSIPUEDES
Agonizante. Los vendedores del conocido callejón se encuentran impotentes ante el traslado de las personas al nuevo mercado, porque representa pérdidas a su negocio, cuando diariamente los clientes del mercado compraban artículos.
"Considero que esto traerá como consecuencia la muerte de Salsipuedes, y con ella muchos de nosotros tendremos que empezar a buscar qué hacer", dijo Ana Frías, quien tiene un puesto de venta en la famosa avenida.
FONDAS
Al igual que los buhoneros de los alrededores del antiguo mercado, el destino de las pequeñas fondas es incierto, ya que no saben cómo será su negocio de ahora en adelante. Muchos de los clientes son trabajadores del mercado.
VENDEDORES AMBULANTES
A pesar de que no tienen un local fijo, su negocio está perjudicado, pues no pueden entrar al nuevo mercado por reglamento de la Alcaldía.
Luis Cáceres es uno de los casos y sabe que sus ventas ya no serán iguales, porque en el área del mercado tenía hecha su clientela, "ahora debo buscar otro "win".
SE COMERAN UN CABLE
A un costado del Mercado Público, funcionan algunos negocios, como una farmacia, talabarterías, venta de pailas y hasta un restaurante chino. Estos negocios tienen un plazo de seis meses para construirles sus nuevos locales en el nuevo mercado.
Pero como dice Edgardo Domínguez, durante esos meses lo más seguro es que se comerá un cable, la mayoría de sus clientes son los compradores que van al mercado. Sólo es cuestión de esperar para ver si no tiene que cerrar su farmacia.
¿Y LAS CARNES?
"¿Qué hacemos? Tenemos tres días que no vendemos nada". Esa era la expresión de todos los vendedores de carne del mercado, preocupados porque no les dan respuesta sobre su situación.
Muchas son las quejas por la falta de organización en el traslado al nuevo Mercado de San Felipe Neri, pues la Alcaldía de Panamá les prometió una obra con todas las extras y acabados, y es todo lo contrario, ahora no saben cuándo será el traslado y las pérdidas siguen en aumento.
CANTINEROS
Según el Sr. Gonzalo Bayo, dueño de las cantinas La Bocatoreña y La Interiorana, para ellos no tiene ningún efecto negativo la mudanza, porque sus clientes no son básicamente las personas que compran en ese lugar. Es todo lo contrario, ahora que haya lugar para dejar los autos de manera segura, tal vez su negocio sea más próspero. Lo único que le exige a la Alcaldía es mantener en buenas condiciones las fachadas de los negocios, para no perder el estilo colonial que tiene el Casco Antiguo.
Sin embargo, los empleados de los negocios consideran que por el traslado del mercado, conseguir comida barata y cerca se les va a dificultar, porque no hay muchos restaurantes alrededor, sólo contaban con los que operaban en el mercado y ya éstos se fueron.
ALTERNADORAS
Para las que se dedican a dar compañía a los solitarios que buscan refugio en estos lugares de ocasión, la ida del mercado no es problema para ellas, porque sus clientes no son precisamente los compradores del mercado, más bien vienen de otros lugares.
También añadieron que el proyecto de reforma del histórico lugar, traerá más afluencia de clientes extranjeros, atraídos por la belleza del sitio, proporcionando mayores ganancias en su oficio.
REALIDAD DEL NUEVO MERCADO
En una visita a las instalaciones del nuevo mercado público, pudimos corroborar que parte de éste se encuentra muy atrasado en su habilitación.
Los frigoríficos aún no están instalados en su totalidad, los paneles eléctricos representan un peligro para todo aquel que se acerque a estas instalaciones, las mesas tienen fisuras y puntas peligrosas para los trabajadores y clientes.
Los pisos, que aún no han sido pintados, serán revestidos con pintura epóxica, en vez de baldosa.
Esta pintura, en el orden de los aislantes de suciedad, es considerada como uno de los materiales más baratos para estos menesteres. Los vendedores se quejan de que la sangre quedará pegada en el suelo, y eso será peor que en el anterior.
La sala de destace ayer estaba sin luz, no está equipada con barras para guindar la carne, en fin, toda la parte donde va a estar la sección de carnes está a medias.
La ventilación del lugar es muy mala, pues todos los que en ese momento laboraban no sabían qué hacer con el calor, y piensan que cuando haya más gente será peor.
TESTIMONIOS DE LOS QUE YA SE MUDARON
Según Alberto Cubilla y Luzmila Estrada, quienes desde niños trabajan en el mercado, es lo más triste que les ha tocado vivir en los últimos días.
El espacio que le han dado sólo es de un metro, cuando antes ocupaban un gran espacio, donde podían mostrar toda la mercancía.
Cuentan que tendrán que mandar a poner puertas para seguridad del negocio y una división para separar los puestos, y que esto les costará aproximadamente B/. 50.00 dólares.
DIAS PERDIDOS
Los vendedores de frigorífico se quejan, porque ahora que inauguraron el otro mercado, han perdido clientela. Los clientes al llegar ven todo vacío y no llegan hasta el final, que es donde están ellos. Llevan cuatro días sin hacer ni un real, y la sección que ellos van a ocupar en el nuevo mercado está verde.
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