
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Sus precios son bastante económicos.
Su taller se llama Bartec.
Con su trabajo mantiene a su familia.
Su taller está ubicado en las 500 de San Miguelito.
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Sus precios son bastante económicos.
Su taller se llama Bartec.
Con su trabajo mantiene a su familia.
Su taller está ubicado en las 500 de San Miguelito.
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Sus precios son bastante económicos.
Su taller se llama Bartec.
Con su trabajo mantiene a su familia.
Su taller está ubicado en las 500 de San Miguelito.
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Sus precios son bastante económicos.
Su taller se llama Bartec.
Con su trabajo mantiene a su familia.
Su taller está ubicado en las 500 de San Miguelito.
El éxito de Barba ha sido la responsabilidad y puntualidad en los trabajos.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Sus precios son bastante económicos.
Su taller se llama Bartec.
Con su trabajo mantiene a su familia.
Su taller está ubicado en las 500 de San Miguelito.
Todo empezó en 1988, cuando Barba trabajó como ayudante general en una compañía llamada Ciclomoto. Estando allí se interesó por la mecánica de motos y observaba con detenimiento a los mecánicos. Además, leía toda la literatura sobre los motores.
Cuando la compañía quebró en 1995, puso su propio taller en la vía Argentina, después se mudó para Río Abajo, pero un accidente de moto lo alejó del trabajo.
Con la ayuda de Dios se recuperó de las lesiones que le dejó el accidente y alquilo un local en Las 500 de San Miguelito, donde atiende con mucha amabilidad a toda su clientela.
Lo que más le gusta de su oficio es que ha podido educar a sus hijos con mucho sacrificio y esfuerzo. Todo poniendo a Dios como su guía espiritual que siempre lo acompaña en los momentos más difíciles.
A Dios le agradece por haberle dado el don de reparar motos, pues con este oficio mantiene dignamente a su familia, a la que procura darle todo lo que necesita.
Su taller siempre está lleno de motos, porque su secreto siempre ha sido la amabilidad y la puntualidad en la entrega de los pedidos.
En su taller también arregla four whells, cortagramas, plantas eléctricas, motores fuera de borda y motos acuáticas. El precio de las reparaciones dependerá del daño que tengan las motocicletas.