Desea dar buenos pasos


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Manelich se asea él mismo, sin la ayuda de nadie, pues afirma que no quiere que sientan lástima por él. Fotos: Roberto Barrios

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    Manelich se asea él mismo, sin la ayuda de nadie, pues afirma que no quiere que sientan lástima por él. Fotos: Roberto Barrios

  • Desea dar buenos pasos

    Sus muletas lo ayudan a apoyarse.

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    Manelich se asea él mismo, sin la ayuda de nadie, pues afirma que no quiere que sientan lástima por él. Fotos: Roberto Barrios

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    Sus muletas lo ayudan a apoyarse.

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    Manelich se asea él mismo, sin la ayuda de nadie, pues afirma que no quiere que sientan lástima por él. Fotos: Roberto Barrios

  • Desea dar buenos pasos

    Sus muletas lo ayudan a apoyarse.

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    Manelich se asea él mismo, sin la ayuda de nadie, pues afirma que no quiere que sientan lástima por él. Fotos: Roberto Barrios

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    Sus muletas lo ayudan a apoyarse.

Brenda Ducreux - DIAaDIA

Nunca se ha puesto zapatos. Una dura situación vive Manelich Sánchez, ya que los pasos que da para transportarse desde y hacia su humilde hogar, ubicado en calle 25 de El Chorrillo, los realiza con dificultad, debido a una enfermedad de polio paralítico que le dio al nacer, pues le impide el soporte del cuerpo cuando camina.

Una vida muy difícil desde pequeño continuó viviendo Manelich, pues a los siete años por una mala jugada del destino, le colocaron una inyección errada, lo que provocó que su pierna izquierda también le quedara inmóvil.

El polio paralítico que lo marcó al nacer le afectó los nervios que controlan los músculos de las extremidades inferiores, impidiendo que su pierna tenga una mejor estabilidad y pueda caminar como cualquier persona sana.

Pero él sabía que la vida debía de seguir más allá de los balcones de su casa. Tiempo después se relacionó con una persona que lo ayudó a conocer las calles, y así, con un recipiente vacío, comenzó a tratar de recolectar algunas monedas para ayudarse económicamente. Siempre le ha gustado ser independiente.

Intentó ponerse calzados

El suelo de las calles es muy caliente, y la cantidad de vidrios, hierros y otras cosas tiradas por todos lados lo lastiman: “Me regalaron unas zapatillas, pero la gente a veces es mala y me las robaron”, dijo con mirada de tristeza el señor, quien afirma que nunca se ha metido con nadie.

Se enamora solo

Como todo ser humano, el amor vive en él, pero a pesar de que les dice sus mejores piropos a las muchachas, al final se deprime, porque piensa que por su aspecto y situación de discapacidad nunca le harán caso. Así que solo se queda con la ilusión habitando en su corazón.

Manelich seguirá asistiendo a los predios del restaurante Mc Donalds de Vía España, con el fin de pedir limosnas a las personas. Él solo desea algún día tener unas botas ortopédicas para mejorar sus pasos al caminar.

 
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