El francés Jo-Wilfried Tsonga y el serbio Novak Djokovic luchando en su primera final del Abierto de Australia, a la búsqueda de su primer grande, con todo por ganar y en lo que se prevé el despertar de un nuevo orden en el tenis.
Tsonga, el jugador maltratado por las lesiones, que a comienzos de 2006 figuraba en el puesto 338 del mundo, es culpable en parte de este desorden organizado.