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Dejaron todo para servir al que sufre
Los socorristas panameños se esforzaron más allá de sus fuerzas a la hora de buscar sobrevivientes debajo de los edificios en ruinas. (Foto: JESÚS SIMMONS / EPASA)

Jesús Simmons | DIAaDIA

Héroes de carne y hueso. Esto es lo que son todos los rescatistas que acudieron al llamado de auxilio que hizo Haití, luego de ser arrasado por el terremoto del 121 de enero pasado.

Entre ese grupo de valientes hombres, 21 socorristas, tres médicos forenses y siete periodistas de la delegación panameña, dieron todo por ayudar a los hermanos haitianos.

Al inicio del viaje humanitario todo parecía estar en contra, pues no se pudo aterrizar en el aeropuerto internacional de Haití como estaba planeado.

El piloto del avión dio vueltas por más de 45 minutos sobre el espacio aéreo haitiano, hasta que tomó la decisión de volar hacia la República Dominicana.

Este inconveniente no amilanó a los socorristas panameños, que tuvieron que dormir en el piso del edificio del Centro de Operaciones de Emergencias de la Defensa Civil de la República Dominicana.

A la mañana siguiente, la delegación partió en dos buses acompañada de los socorristas alemanes, hacia la comunidad de Jimaní, en la frontera de la República Dominicana con Haití.

Cuando amaneció, por fin la delegación panameña partió en una caravana, que era custodiada por los militares dominicanos, hacia Puerto Príncipe.

A la llegada a la capital haitiana la situación parecía una película de terror, con tantos muertos tirados por las calles y la gente que buscaba desesperadamente agua y comida.

Lo más difícil era el baño, porque había que hacerlo al aire libre y en ropa interior, pero los más osados se bañaban en traje de Adán y Eva, o sea, desnudos.

Ni hablar de la comida, que consistía en yuca y guineo verde salcochado, tunas, salchichas enlatadas y arroz con porotos, que comió la delegación los ocho días que estuvo en Haití.

A pesar de los temblores, los mosquitos y tener que dormir en el piso pela'o, la misión fue todo un éxito, porque los socorristas panameños sacaron de los escombros a tres personas con vida.

FAMILIA:

Lo que más afectaba a los socorristas panameños era estar lejos de su familia, a la que ni siquiera podían llamar.





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