Pasados de libras


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Blas Pérez acaba de firmar un contrato con el FC Dallas de la MLS.

Foto: Anayansi Gamez

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    Foto: Anayansi Gamez

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Víctor Bárcenas - DIAaDIA

Un atleta debe rendir culto a su cuerpo. Estar siempre en forma es su obligación, esté o no en competencia, ya que un deportista profesional se debe a su público. Su cuerpo es su herramienta de trabajo y el estado en el que presente el mismo puede enviar un mensaje claro a todos sus seguidores: si se mantiene en forma respeto, sino, un insulto.

La noche del miércoles, la selección de Panamá perdió en su primer amistoso del año frente al siempre complicado equipo de Estados Unidos (1-0). El onceno istmeño gozó de más oportunidades de gol que su rival (15 disparos panameños ante nueve de los norteamericanos).

Del rendimiento colectivo e individual del equipo, poco se puede discutir. Varios jugadores llegaron a este partido sin la forma óptima y necesaria para afrontar este tipo de citas y, aún así, lucieron ligeramente superiores a los pupilos de Jürgen Klinsmann.

Sin embargo, como dice un popular refrán: “no se puede tapar el sol con un dedo”.

Las dos máximas figuras con las que contaba la Roja para este cotejo, Blas Pérez y Gabriel “Gavilán” Gómez, se presentaron al terreno con unas libras de más.

Ambos, sobre todo el primero, lucían incómodos con sus camisetas, y cómo no estarlo, si la misma quedaba muy ajustada al cuerpo de Pérez, provocando que se le notara una panza impropia.

Lo de “Gavilán” fue muy parecido, aunque su inflado vientre no se le apreciaba tanto como al del apodado “Ratón”.

Los dos futbolistas disputaron los 90 minutos. Blas tuvo oportunidades de sobra para perforar las redes y no lo hizo. Gómez, por su parte, jugó prácticamente solo en la primera línea de volantes y casi ni se notó su bajo estado de forma física, sobre todo en la primera mitad.

Pero, como se mencionó en párrafos atrás, lo cuestionable no está en el rendimiento de ninguno de los dos jugadores, quienes acaban de cambiar equipo, sino de la imagen poco adecuada en la que se presentaron al césped, ante una “marea roja” que, inesperadamente, respondió al llamado.

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