¡Hasta que la muerte nos separe! Eso fue lo que prometieron Miguel y Brígida de Díaz, cuando en 1964 se casaron ante los ojos del hombre, y 42 años después, lo hacen ante Dios.
Su amor es como un roble, al igual que Miguel, el feliz esposo, que el próximo 2 de febrero cumplirá 104 años, mientras que Brígida tiene 66 años.
En la Parroquia San Pablo de Samaria, renovaron sus votos matrimoniales, justo cuando los feligreses celebraban el día de San Pablo.
NUEVA VIDA
Una parroquia sencilla, vestida de claveles, pencas y globos rojos, blancos y verdes, que hacían juego con el vestido color esperanza de Brígida, les dieron la bienvenida la noche del miércoles, junto a toda la comunidad que fue testigo del enlace matrimonial.
Entre aplausos, caminaron de la mano hasta llegar al altar, la seriedad de Miguel denotaba emoción; atento escuchaba la misa impregnada de incienso, sin soltar en ningún momento su bastón, que le sirve de apoyo.
Después de una hora llegó el momento cumbre, cuando dieron el "Sí" sin vacilaciones, mientras que una voz femenina cantaba para todos, "la familia que no se acabe por falta de amor".
Un beso selló el amor que han vivido por tantos años, los blancos y saltarines granos de arroz les auguran prosperidad.
Diferente a otros bodas, quien salió en brazos de la iglesia, fue Miguel, que por el cansancio y el agotamiento uno de sus hijos tuvo que cargarlo hasta la casa.
FLECHAZO
Brígida y Miguel, componen junto a sus siete hijos, Abelino, Margarita, Isabel, Miguel, Luis Antonio, Irina, Ingrid, una familia que creció con la llegada de sus 17 nietos y 12 biznietos.
Según Brígida, quien es oriunda de Calobre de Veraguas, ambos se conocieron de "chiripón" cuando ella tenía 19 años y él 59, en la casa de una tía y "me flechó a primera vista", dijo muy contenta.
Miguel es de la comarca Kuna Yala y según él, su larga vida de debe a que come coco, pescado y plátano.
SIN TIEMPO
La familia se enteró tres días antes de la ceremonia, cuando la Parroquia les avisó.
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