
David, junto a uno de sus clientes.
David, junto a uno de sus clientes.
David, junto a uno de sus clientes.
Con los niños, debes ser más rápido, porque se impacientan.
El precio de los cortes es asequible.
David, junto a uno de sus clientes.
Con los niños, debes ser más rápido, porque se impacientan.
El precio de los cortes es asequible.
David, junto a uno de sus clientes.
Con los niños, debes ser más rápido, porque se impacientan.
El precio de los cortes es asequible.
David, junto a uno de sus clientes.
Con los niños, debes ser más rápido, porque se impacientan.
El precio de los cortes es asequible.
David, junto a uno de sus clientes.
Con los niños, debes ser más rápido, porque se impacientan.
El precio de los cortes es asequible.
David sabe que para obtener las cosas en esta vida hay que trabajar fuerte y fue por eso que desde joven aprendió a cortar cabello, observando a otros barberos en Río Abajo.
Fue tanto su interés que aprendió rápido la profesión que tanto le gusta.
Antes de ser barbero, David laboraba manejando bus y camiones para su sustento y en su tiempo libre se iba a una barbería a hacer cortes.
Ahora, él está feliz por su local ubicado en Veranillo, donde siempre, “gracias a Dios”, tiene sus clientes.
Él expresó que el local es de la mamá, pero no lo estaba usando, así que se decidió y puso su negocio.
Entre las anécdotas de cómo surgió, recordó que una vez un cliente le pidió que le bajara más el corte y se fue hasta trasquilarlo. “Son muchas las cosas que uno pasa, pero con paciencia uno sale adelante”, dijo David.
En su local laboran otros jóvenes que hacen su dinerito para su sustento. Al principio, cuando instaló la barbería solo tenía una máquina, pero ahora ya tiene tres y de las buenas.