HISTORIAS
¡A vivir!

Redacción | DIAaDIA

Mi sobrino David es todo un detalle. Es inocente, pero a su edad muy inteligente y no come cuentos.

Cada vez que converso con él me sorprende. Sólo tiene tres años. En su mirada hay chispa y mucha picardía.

¿Quién iba a pensar que yo viviría esta experiencia? Sí, David está creciendo y por mucho que quisiera verlo así de pequeño, la ley de la vida es otra.

Recuerdo que los primeros calzados que le regalé fueron un par de cutarras, las cuales nunca usó porque su pie de bebé aumentó de tamaño en un par de semanas. Y allí están esas cutarras, colgadas en la pared de la sala para la posteridad.

Ahora que escribo esto, recuerdo a un amigo chiricano, neto de Manchuila, que también siente nostalgia al ver que su bebé está cada vez más hermosa. Las pataletas y los caprichos de la que hace cuatro años era la más chiquitina de la casa, ya tienen otro sabor, pero su amor de padre sigue siendo el mismo.

A veces, queremos que las cosas sucedan como mejor nos parecen. Sin embargo, nos olvidamos de que Dios es el Creador del mundo, que somos criaturas suyas y que nos debemos a Él.

En vez de pasar lamentándonos de las cosas que nos ocurren, es mejor que vivamos cada día intensamente.

Recordemos que estamos de paso en esta vida. No des cabida al egoísmo, la envida o la soberbia. Al contrario, sé tierra fértil de amor. Por eso, cada vez que puedas abraza a tu familia, abraza a aquel que te hace feliz. ¡Qué bella es la vida!

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