Juntas por una causa

Edna Herrera es una de esas amigas, a pesar de ser profesora jubilada, no hay un sábado que falte al puesto, pues allí recogen desde ropa hasta libros de segunda, y todo es vendido a precios módicos.

Alrededor de las 6:00 a.m. ellas llegan y de inmediato se ponen a ordenar toda la ropa, la que es comprada en su mayoría por los indígenas.

Herrera dice que más que por un negocio, hacen esto para ayudar a los demás y por distracción, ya que en esa etapa de la vida lo que queda es ayudar a los demás y vivir la vida de un modo diferente.

¿Qué se puede encontrar?

Ropa para adultos y niños, carteras para damas y hasta zapatos son recolectados por el conjunto de señoras, pero también ofrecen un consejo a todos lo que pasan por el lugar, pues su madurez las convierte en mujeres experimentadas.

Estas bondadosas damas son muy conocidas por el lugar, y todos confían en ellas y las admiran por la labor que ejecutan.

“Nunca es tarde y en la madurez de la vida es cuando las metas se hacen más profundas”. Así lo afirman estas mujeres que dedican su vida a esta labor.