Snapper demuestra que puede con sus 220 libras. (Foto: Joyce Baloyes /EPASA)
Joyce Baloyes Lobo
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Allí, en el Acuario Marino de Curazao, está Snapper, un león marino que además de entender el inglés, imita a las focas, aplaude, muestra sus dientes y se tira al piso para que los espectadores observen su cuerpo y aprendan por qué es mamífero.
Junto a su entrenadora Steper, y motivado por una hielera repleta de pescado, empieza su espectáculo al aire libre.
Una puerta se abre y del agua emerge este elegante león marino que, sin dudarlo, sigue las señales de su entrenadora hasta subirse a su pódium, adornado con un timón de barco. Allí se coloca para que un visitante juegue con él y le inserte en un cuello un aro. Si lo logra, hasta él aplaude.
Snapper es celoso de lo que hace, por eso se recomienda a los presentes no hacer movimientos bruscos ni levantarse para no asustarlo. Pero él no está solo, lo acompaña su amiga Coral y el resto de las atracciones del acuario que está situado en una de las playas de Curazao, un país autónomo dentro del Reino de los Países Bajos, que se ubica a unos 50 kilómetros de la costa occidental de Venezuela.
Los leones marinos como Snapper duran hasta 25 años en cautiverio, comen 10 kilos de pescado al día y son obedientes. Eso lo cuenta su entrenadora mientras Snapper se despide de su público.