Con sabor dominicano

Agobiada por el alto costo de la vida de su natal Santo Domingo, República Dominicana, partió dejando atrás a sus amigos y familiares.

Luego de muchas penurias puso un pequeño puesto en la calle K, muy cerca del Instituto Nacional, donde vende desayuno y almuerzo a los transeúntes.

Gracias a Dios no le ha ido tan mal, pues con el dinero que gana se está forjando un buen futuro y no descarta la posibilidad de estudiar una profesión.

Pero su sueño más anhelado es poder estudiar belleza, ya que desde niña le apasiona este oficio. Es consciente de que si trabaja duro ese sueño se convertirá en realidad.

Mientras esa oportunidad llega se siente feliz de haber venido a Panamá, porque los panameños le han abierto las puertas y su corazón.

Su jornada empieza muy temprano, pues la mayoría de sus clientes son las personas que vienen del sector oeste y los taxistas.

Su pequeño local siempre está lleno y es que su sazón es muy gustada por su clientela. Además de la amabilidad y una sonrisa que siempre brinda a todo el que visita su local.

Ese es su secreto para triunfar en la vida, pues de la filosofía de que un cliente satisfecho siempre vuelve y a veces no lo hace solo.

Lo que más le encanta de Panamá es que está encontrando las oportunidades de trabajo que no tuvo en la República Dominicana. A pesar de eso extraña su patria, por lo que no duda algún día poder volver a su isla amada.