Realidad de los peloteros panameños

Solo el 3% de los firmados triunfan


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Dámaso Espino tiene 8 años en las ligas menores.

Foto: Archivo

  • Solo el 3% de los firmados triunfan

    Dámaso Espino tiene 8 años en las ligas menores.

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    Earl Agnoly estuvo firmado.

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    Arquimedes Nieto (izq.)

  • Solo el 3% de los firmados triunfan

    Javier Castillo llegó hasta Triple A.

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Carlos Castillo Jiménez - DIAaDIA

Subir a las Grandes Ligas es una tarea complicada para cualquier pelotero, y los panameños no se escapan de esa realidad que anualmente deja sin trabajo en ligas menores de 4 a 8 jugadores.

Varios expertos y conocedores de la pelota profesional aseguran que en un periodo de 15 años, de 1996 a 2010, los equipos de las mayores ficharon a por lo menos 300 jugadores, sin embargo, en las últimas 10 campañas (2003 a 2012) solo 9 istmeños subieron al “big show”, es decir, un 3%.

Esa mínima cantidad refleja que algo pasa con la evolución técnica de los canaleros, si se toma en cuenta que una gran cantidad de ellos firma por jugosos bonos de cientos de miles de dólares y a los 4 o 5 años están de regreso en Panamá.

Los 9 canaleros que lograron su sueño son: Roger Deago, con los Padres de San Diego en 2003; Ángel Chávez, Gigantes de San Francisco 2005; en 2006 debutaron Carlos Ruiz, con Filis de Filadelfia; Manny Corpas, con los Rockies de Colorado, y David Romero, con los Azulejos de Toronto; en 2007 Manny Acosta subió con los Bravos de Atlanta; en 2009 Luis Durango, con los Padres; en 2010 Rubén Tejada, con los Mets de Nueva York, y Randall Delgado en 2011 con Atlanta.

Falta más entrega

Luis Molina, buscador de talento de los Marineros de Seattle; José Pineda, de los Piratas de Pittsburgh, y Juan Mosquera, Atléticos de Oakland, coincidieron en que uno de los principales factores que influyen para que ese 97% de los panameños se queden a mitad de camino es la propia actitud del jugador, a quien no se le ve esas ganas de triunfar.

“Mira te menciono un caso reciente de un pelotero que una organización de la Liga Americana lo firmó por 120 mil dólares y a los 3 años él mismo renunció y se regresó. Aquí la mayoría de los peloteros viven cómodamente y no tienen esa hambre de llegar a ser grandes ligas”.

Molina dijo que situaciones muy distintas viven los dominicanos, quienes crecieron en familias con muchas necesidades económicas, al igual los venezolanos y nicaragüenses, y por eso llegan a las menores con deseos de ser alguien.

Igual planteamiento tienen Mosquera y Pineda, al asegurar que son pocos los que se van a jugar con las metas bien claras y dispuestos a sacrificarse en todo para lograr su meta.

Jugar es la clave

Otro aspecto mencionado por Molina, Pineda y Mosquera, y que le juega en contra al pelotero panameño, es la falta de partidos porque no había en el país una buena liga profesional.

“El pelotero panameño juega poco y no es lo mismo jugar que solo entrenar, tomar roletazos, elevados y realizar sesiones de 5 o 6 rondas de bateo”, recalcó Molina, quien agregó que en Panamá estamos al revés, se entrena más de los que se juega y debe ser todo lo contrario, jugar más y practicar menos.

Molina dijo que en las Pequeñas Ligas hay instructores que conocen poco de la pelota rentada y no les corrigen a los peloteros defectos en sus mecánicas de lanzar y de batear, que después les afectan.

Mosquera aseguró que además de no jugar, los peloteros tienen que estar pidiendo permiso y casi rogar para poder entrenar en los pocos buenos terrenos que hay en el país.

El “scout” de los Atléticos mencionó que cuando el pelotero llega a Estados Unidos, luego de su paso por Dominicana, Venezuela y Estados Unidos, debe tener la suficiente madurez para evitar distracciones como fiestas, mujeres y demás, que en lugar de aportar a sus carreras, influyen en contra para su futuro.

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